Cómo una ciudad minera consigue ser Capital Verde Europea

Essen era una ciudad tradicionalmente conocida por su imponente industria minera, donde el carbón y el acero eran sus signos de identidad. En sus terrenos se levantaba la mina Zollverein, la mayor mina de hulla del mundo, hoy patrimonio de la UNESCO. La ciudad se reconocía por la numerosas torres de extracción de otras minas y el humo de sus incontables chimeneas. Hoy, 150 años después, es considerada la ciudad más verde de Renania del Norte-Westfalia y la tercera de Alemania después de Hannover y Magdeburgo.

La transformación ha sido posible gracias a vastos planes para mejorar la calidad del aire, la eficiencia energética, la gestión de residuos y proyectos relacionados con el transporte.

A lo largo de este largo periodo, Essen ha promovido una infraestructura urbana verde que ofrece a la población oportunidades para desarrollarse en un entorno saludable: con alta calidad de agua, parques con alto valor recreativo, negocios innovadores y respetuosos con el medio ambiente, además de una educación integradora y conceptos de movilidad sostenible.

Essen ha recuperado muchas zonas de la ciudad para el disfrute de la ciudadanía. Foto: Jochen Tack

El resultado son espacios verdes al alcance de la mayoría de sus habitantes, casi 300 kilómetros de senderos para bicicletas en todo el municipio con rutas bien desarrolladas a lo largo de las antiguas pistas de los ferrocarriles de mina de carbón, carriles bicis urbanos apoyados por un extenso sistema de alquiler de bicicletas metropolitano, numerosos espacios naturales, como arroyos que han sido restaurados, y una arraigada pasión por la naturaleza y la jardinería comunitaria, que hacen de Essen una ciudad muy interesante.

Essen cuenta con importantes carriles bicis urbanos apoyados por un extenso sistema de alquiler de bicicletas metropolitano. Foto: Jochen Tack

Aspectos medioambientales que conviven en una ciudad con numerosas rutas y excursiones temáticas para disfrutar de otros reclamos religiosos, históricos como las minas de carbón, gastronómicos,-no podemos dejar de citar la cultura alemana de la cerveza-, y naturales, entre los que destaca su río.

Varios niños disfrutan del principal río de la ciudad. Foto: Jochen Tack

Antiguamente considerado una cloaca, el río Emscher se ha visto beneficiado por una costosa inversión realizada para reconvertir el sistema de tratamiento de aguas residuales de la ciudad y la renaturalización del cauce y orillas del río. Esta recuperación del río y de su entorno para la ciudad, además de estar considerado como uno de los mayores proyectos de infraestructura de Europa, es otro de los hitos más destacables de la candidatura de Essen para alzarse con el título de Capital Verde Europea. Gracias al mismo y a un complejo sistema de control de la calidad de las aguas, en toda Europa, solo en Essen está oficialmente permitido bañarse en un río.

Ser Capital Verde europea supone además de la visibilización de una excelente práctica urbanística, un importante reclamo turístico que quiere atraer a unas 500.000 personas, que se sumarán a las casi 600.000 que habitan actualmente en Essen.

Para ellos y para los nativos se han planificado más de 300 eventos durante todo el año, una conferencia internacional sobre infraestructuras verdes, una fiesta urbana de 3 días en julio  y otras actividades que ponen de manifiesto los altos estándares medioambientales ya conseguidos y los retos futuros de la ciudad para conseguir un desarrollo sostenible.

150 años han sido necesarios para transformar la fisionomía de una ciudad que en la actualidad tiene sin urbanizar más del 54 por ciento de su superficie. Un esfuerzo que merece la recompensa del reconocimiento y que merece el respeto para su sostenibilidad futura.

Imagen del parque Grugapark de Essen. (c) Rupert Oberhäuser, www.oberhaeuser.com