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Después del vaso, llega la vajilla reutilizable

Navarra ha puesto en marcha este verano una novedosa idea con la que reducir los residuos plásticos habituales tras una celebración festiva o gastronómica. La lucha contra los productos desechables, que se prohibirá definitivamente en 2020, comienza a dejar interesantes iniciativas por todo el mundo para sacar el uso de vajilla desechable de nuestras costumbres.

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“En casa, las personas asumen la responsabilidad de su propia gestión de residuos, pero en los eventos, la gente tiende a relajarse y a dejarlo en manos de los organizadores”. Así se expresa Rachelle Duffy, responsable de una empresa de eventos australiana, que ya en junio del año pasado, comenzó a implantar en sus eventos y ferias, un sistema de alquiler de platos montado en un remolque, al estilo de las conocidas foodtrucks de comida.

El espacio adaptado mide tres metros de largo y está equipado con iluminación básica, una caldera de agua caliente, un sistema de desagüe y un esterilizador comercial para lavar los platos. En el estreno de esta curiosa iniciativa, 25.000 personas tuvieron acceso al alquiler de alguno de los 1000 platos de loza disponibles al precio de 2 dólares y reembolsables una vez concluido el evento. El resultado: la recogida de residuos del evento descendió en un 80% y la aceptación de las personas asistentes sorprendió incluso a los promotores.

The Exchange, un sistema de alquiler de platos y lavavajillas comercial sobre ruedas, hizo su debut en The Little Big Markets en Mount Maunganui (Nueva Zelanda). Foto: Scott Boardman Collective

En Navarra, el sistema es un poco diferente ya que depende de un organismo público, la Oficina de Prevención de Residuos e Impulso de la Economía Circular del Gobierno de Navarra. 2.000 servicios completos de loza con platos llanos y hondos, boles de ensalada, jarras de agua y vino, fuentes, cubiertos de acero inoxidable y vasos de plástico duro se ponen a disposición de ayuntamientos, mancomunidades, colectivos y cualquier persona que organice un evento gastronómico a través de una web.

El coste por servicio no llega a los dos euros y varía en función de la distancia a la que haya que trasladar la vajilla. También a diferencia del sistema australiano, la limpieza se desarrolla a posteriori en una empresa de inserción laboral sin ánimo de lucro.

La iniciativa se extenderá hasta el mes de octubre, por lo que aún no hay resultados concluyentes. Sin embargo, los resultados parciales indican que el número de solicitud de servicios es positivo (se calcula que más de 13.000 personas se van a beneficiar de este sistema al final del verano) y la aceptación popular grande.

Según reconoce Óscar Rubio, responsable de la iniciativa, “las personas usuarias comentan que no tiene nada que ver comer en un plato de plástico que en uno de loza”.

La lucha contra los objetos desechables o de un solo uso, y los residuos que generaban, se ha intensificado en los últimos años especialmente en grandes eventos festivos o gastronómicos. En un primer momento el foco se puso en la sustitución del vaso de plástico desechable por el vaso reutilizable, pero en los últimos meses el plástico ha pasado de ser un material fantástico por su versatilidad para ser utilizado de maneras muy diferentes, a ser un elemento `non grato´.

Vajilla desechable, pajitas, bastoncillos, etc. tienen los días contados puesto que Europa se ha puesto de plazo para su prohibición el año 2019, antes de las elecciones europeas. “El plástico puede ser un material fantástico, pero tenemos que utilizarlo de una manera más responsable” reconocía recientemente Frans Timmermans, responsable de Desarrollo Sostenible de la Unión Europea.

En la actualidad, se calcula que los europeos generamos al año más del 25 millones de toneladas de plástico, pero sólo el 30% terminan en la cadena de reciclaje; además, el 70% de los residuos de costa y marinos está compuesto en gran medida por elementos desechables o de un solo uso.

Unas cifras preocupantes a las que se quiere poner freno a través de múltiples medidas como la prohibición de producirlos y comercializarlos cuando haya alternativas asequibles y disponibles, la sustitución de materiales desechables por otros más sostenibles, la obligación a los productores de cubrir los costes de gestión y limpieza de los mismos y las medidas de sensibilización para reducir el uso de plásticos en nuestros hábitos.

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