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Las consecuencias de la obsolescencia programada de los aparatos electrónicos

La Unión Europea quiere impulsar una legislación que incentive a los fabricantes de productos electrónicos para que estos tengan una vida útil más larga y sean reparables. El objetivo de esta legislación es frenar el desperdicio de materiales valiosos que podrían reutilizarse o mantenerse activos durante más tiempo y reducir con ello la emisión de residuos contaminantes.
Imagen de un móvil que está siendo reparado

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En los años veinte del siglo pasado los principales productores norteamericanos de bombillas acordaron unas características comunes para la fabricación de este producto. Con ellas limitaban a mil horas su duración, cuando hasta la fecha había algunas que tenían garantizadas las 2.500 horas de uso. Así nació la obsolescencia programada. En los años 50 el diseñador estadounidense Brooks Steven acuñaba este concepto cuyo objetivo era «instalar en el comprador el deseo de poseer algo un poco más nuevo, un poco mejor y un poco antes de lo necesario».

La obsolescencia programada no es un término nuevo, pero quizá sea ahora cuando estemos tomando conciencia de lo nociva que puede resultar tanto para nuestra salud como para la de nuestro planeta, ya que provoca residuos altamente contaminantes.

En vista de ello, la Comisión de Mercado Interior y Protección de los Consumidores del Parlamento Europeo ha impulsado una resolución solicitando a la Comisión Europea una legislación que incentive a los fabricantes a alargar la vida útil de sus productos y a hacerlos reparables. El objetivo de esta legislación es frenar el desperdicio de materiales valiosos que podrían reutilizarse o mantenerse activos durante más tiempo y reducir con ello la emisión de residuos contaminantes.

La Comisión propone empezar por la creación de una etiqueta europea voluntaria que incluya la durabilidad del producto, el diseño ecológico y la posibilidad de reparación.

El 95% de los componentes de los móviles puede reciclarse. Reciclar un móvil cuesta aproximadamente 0,9 euros, incluidos los gastos de recogida, transporte, almacenamiento, promoción y gestión. Sin embargo, son muy pocos los dispositivos móviles que se reciclan y ello trae consigo muchas consecuencias negativas.

Por una parte, la contaminación. La ONU (Organización de Naciones Unidas) estima que el 80% de la basura tecnológica generada en todo el mundo se exporta a países tercermundistas donde no existe ninguna regulación. Los grandes vertederos donde los países occidentales vierten sus RAEE (chatarra electrónica) se encuentran en China, concretamente en la ciudad de Guiyu, donde trabajan 150.000 personas para tratar la basura que llega, principalmente, de Estados Unidos, Canadá, Japón y Corea del Sur; y en Ghana, África, que importa alrededor de 215.000 toneladas cada año. Muestras de contaminación tomadas en sus suelos revelan niveles muy altos de concentración de metales pesados, como plomo, cobre o mercurio. Estos metales provocan graves daños para la salud y para el medio ambiente.

Los residuos electrónicos, además, no sólo contaminan el suelo, sino también el aire. La quema de los plásticos de los aparatos para retirarlos y poder acceder más rápidamente a los metales que contienen, provoca un humo altamente tóxico, difícil de eliminar.

Al margen de la contaminación, la obsolescencia programada y el consumo excesivo de dispositivos móviles y electrónicos traen consigo un grave perjuicio social. Para fabricar un móvil de 115 g se necesitan 75 kg de materias primas, entre ellas el coltán. El 80% de las reservas mundiales de este mineral están en la República Democrática del Congo;  su control está en el origen de la guerra que asoló el país desde 1998 hasta 2003 y que es responsable de una gran inestabilidad en el país. Los yacimientos se explotan con medios arcaicos e inseguros que producen severos problemas de salud a los trabajadores, la mayoría de ellos en condiciones de semiesclavitud.

Este perjuicio social también deriva en un daño medioambiental. La explotación principal del coltán, por ejemplo, se encuentra en el Parque Nacional de Kahuzi-Biega, hábitat de los gorilas de montaña del Congo. Dado que el precio de este material se ha multiplicado en los últimos años, los mineros arrasan la selva para extraerlo, poniendo en grave riesgo la supervivencia de estos animales.

Como se ve, cambiar de móvil habitualmente sale más caro de lo que se puede deducir de la etiqueta de su precio.

Fuentes:

Diario de Noticias.- Lunes, S de marzo de 2018

Basura electrónica, un grave problema ambiental

Vertedero mundial: basura electrónica en África

Vertedero de Góngora, aula de sensibilización

Comprar, tirar, comprar, documental dirigido por Cosima Dannoritzer

Fabricantes de impresoras demandados por promover la obsolescencia programada

La Unión Europea da el primer paso para poner fin a la denominada «obsolescencia programada»

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