La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo sobre la existencia de unos niveles de contaminación atmosférica perjudiciales para la salud en las principales ciudades del mundo. Puntualmente, además, se dan elevados picos de contaminación frente a los que se ponen en marcha planes de contingencia en los que se limita el uso de los vehículos a motor privados y se invita a los ciudadanos a modificar su comportamiento utilizando las redes de transporte público o compartiendo vehículo.
Cada vez hay mayor evidencia de los impactos sobre la salud de la contaminación atmosférica, aunque solo los episodios de elevada contaminación acaparen la atención informativa, para la salud humana resulta mucho más perjudicial la exposición continuada y a largo plazo a contaminantes atmosféricos, incluso en bajas concentraciones.
Según recoge el informe Layman de proyecto Life+Respira, los estudios científicos evidencian que en la Unión Europea la contaminación atmosférica es responsable de la muerte prematura de 467.000 personas al año. Por su parte la OMS en su página web menciona que, en 2016, el 91% de la población vivía en lugares donde no se respetaban las directrices de la OMS sobre la calidad del aire y, según estimaciones de ese mismo año, la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 4,2 millones de defunciones prematuras.
Y con este panorama aparece en marzo de 2020 la crisis sanitaria por la Covid19. Una crisis sin precedentes que obliga a todos los países del mundo a enfrentar esta pandemia. Sin embargo, frente a todos los impactos sociales y económicos, de enorme trascendencia, existen efectos beneficiosos desde un enfoque ambiental. La reducción de la contaminación atmosférica es uno de ellos.
La Agencia Espacial Europea ha puesto de manifiesto una reducción significativa de los niveles de dióxido de nitrógeno como consecuencia de las medidas de confinamiento y distanciamiento social tomadas para frenar el coronavirus. Las impactantes imágenes de satélite Copernicus Sentinel-5P son una clara evidencia de los cambios debidos a la reducción de la actividad humana.
En nuestro país el estado de alarma tuvo como consecuencia la reducción del tráfico motorizado entre un 70-80%; y asociado a ello empezaron a reducirse los niveles de contaminación por CO2 y NO2 principalmente.
El Centro de Tecnologías Físicas la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) tras analizar estas imágenes de la Agencia Espacial Europea (ESA) nos indica que las concentraciones de NO2 han disminuido un 64% de media en España.
El informe “Efectos de la crisis de la COVID-19 sobre la calidad del aire urbano en España” de Ecologistas en Acción concluyó que «la reducción drástica del tráfico se está traduciendo en una mejora sin precedentes de la calidad del aire, muy por debajo de los límites legales y las recomendaciones de la OMS». Los datos fueron recogidos desde el 14 de marzo al 31 de ese mismo mes en 26 ciudades españolas y 126 estaciones de evaluación de la calidad del aire, y fueron comparados con la contaminación media de la pasada década en las mismas fechas. Este informe añade que la mejora de la calidad del aire está siendo general, tanto en los centros de las ciudades como en las periferias urbanas.
Los datos del informe de Ecologistas en acción hablan de una reducción del 54% de la contaminación en Pamplona. En nuestra comunidad foral los descensos de contaminación son notables como puede observarse en el mapa de calidad del aire de Navarra, donde las previsiones marcan Navarra como “excelente” o “satisfactorio”
Tal y como expresa Jesús Miguel Santamaria Ulecia, Catedrático en Química Analítica Director del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra:
“Todos estos resultados demuestran que en apenas un mes los niveles de contaminación se han reducido de manera evidente en las distintas ciudades europeas y ello nos debe animar a reflexionar sobre el papel que cada uno de nosotros puede desempeñar para mejorar nuestra calidad de vida.
La crisis del coronavirus constituye una excelente oportunidad para concienciarnos del poder que tienen nuestras acciones, que también pueden ser útiles para mejorar la salud ambiental. Los ciudadanos tenemos en nuestra mano la posibilidad de lograr cambios transcendentales, lo cual será necesario en los próximos años en un contexto de cambio global. La frase “piensa globalmente y actúa localmente” resulta más válida que nunca.
Puesto que el cuidado de nuestro planeta es una carrera de fondo que requiere la adopción de medidas sostenidas en el tiempo, debemos aprovechar las enseñanzas derivadas de los efectos secundarios del COVID-19 para ser solidarios, responsables y luchar por mejorar la calidad de vida de las ciudades y la salud del medioambiente; nuestros mayores y nuestros hijos nos lo agradecerán”.
Parece sensato seguir manteniendo esta mejoría en la calidad del aire de nuestros barrios, pueblos y ciudades. Para ello medidas como el teletrabajo, la administración electrónica, potenciar la movilidad sostenible y garantizar una adecuada red de transporte público, así como reducir la velocidad del transporte motorizado en vías urbanas son una excelente apuesta que administraciones y sociedad civil quieren impulsar y mantener.
Si te interesa este tema puedes consultar los post “Covid -19 y el desplome de la contaminación” y “El aire que respiramos; uno de los pocos beneficios que nos dejará el COVID -19” que publicamos en este blog en septiembre.
+INFO
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un buen indicador de la calidad del aire.
Sus altas concentraciones afectan al sistema respiratorio y pueden agravas ciertas patologías. El NO2 afecta a los tramos más profundos de los pulmones, inhibiendo algunas funciones como la respuesta inmunológica y produciendo una merma de la resistencia a las infecciones. Las niñas y niños y las personas asmáticas son las más afectadas por exposición a concentraciones agudas de NO2.
Por otro lado, los niveles de NO2 dan lugar a la producción tanto de ozono como de partículas materiales en suspensión, como las PM2,5 (el número hace referencia al diámetro en micrómetros y menores), las más dañinas.
Según el Instituto de Salud Carlos III, la contaminación por NO2 habría ocasionado en España una media de 6.946 muertes anuales en el periodo 2000-2009, por causas naturales, respiratorias y circulatorias.
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