“La cultura vasca, y en especial su mitología, por sus especiales características de personificación de los elementos naturales y por el carácter ambiental que presentan muchas de sus numerosas creencias y leyendas, se constituye en un recurso de primer orden para favorecer una relación adecuada con nuestra naturaleza”. Así reza la sinopsis del libro “Mitología vasca y educación ambiental” de Fernando Echarri, del que recientemente han publicado un artículo en la revista “Environmental Education Research” de Australia. “Me quedé alucinado y feliz –comenta Fernando-. Cuando publicas un libro, tienes la sensación de que algo en el mundo ha cambiado. Pero cuando tu trabajo llega hasta las antípodas, te das cuenta de que ha crecido más de lo que nunca hubieses podido sospechar”.
Echarri señala la herencia aborigen de Australia como razón por la que en un lugar tan lejano haya podido interesar un tema tan específico. “Jose María Mallarach dice que el 6 % de la población mundial se concentra en poblaciones minoritarias que tienen una base mitológica similar, porque en realidad tienden a explicar el cosmos, las estrellas, la luz y las penumbras. Pero, además, yo diría que la mitología es una manera de concebir la vida en la que se diferencia lo material de los inmaterial, pero dentro de una misma unidad. Ahí tenemos por ejemplo a Aideko, que representa la espiritualidad y a Berezko, que representa lo físico. Esta dualidad es la que les pareció importante e interesante en Australia”.
Esta dualidad es la que echa de menos Fernando en el mundo occidental, donde, según sus palabras, “estamos perdiendo la parte espiritual, por lo que nuestra visión del mundo no puede ser completa. En la mayoría de las religiones se mantiene; en representaciones del arte como la literatura es un tema recurrente, véase “El Principito” de Saint-Exupéry donde se dice que “lo esencial es invisible a los ojos”. Y sin embargo, en nuestra sociedad neoliberal esos valores se están perdiendo. Se nos olvida que lo inmaterial también es real, aunque no lo podamos tocar; que conceptos como el de belleza no los podemos probar, pero que nadie puede negar que existe”.
La Unión Internacional de Conservación Natural también asegura que las civilizaciones mejor conservadas son aquellas que conservan sus valores espirituales. “No es de extrañar. La mitología es una explicación de las experiencias, de una realidad que nos envuelve y que no comprendemos. ¿Por qué llueve? ¿Por qué amanece? Cuanto acontece no depende de nosotros, pero sí que forma parte de nuestras vidas, nos afecta. Por eso, el vínculo con el medio natural, con su conservación nunca se rompe en el universo mitológico, porque en realidad somos todo uno. El concepto del medioambiente, por lo tanto, no se presenta como algo ajeno al ser humano. Yo no soy yo, sino yo soy yo con mi entorno. Desgraciadamente, ese vínculo lo estamos perdiendo en el mundo moderno. Fíjate qué curioso, las tres lenguas principales de Europa, el francés, el inglés y el castellano, desvinculan la palabra naturaleza de la creación, mientras que para el 80 % de las lenguas habladas del mundo son dos conceptos que están unidos. Y esta es una gran pérdida, porque cuando comprendes el vínculo comprendes que perteneces a algo que es superior a ti y no crees erróneamente, que en realidad es lo que hacemos ahora, que cuanto te rodea está a tu servicio. Ya decía el escultor Jorge Oteiza que “todo lo que se ve es agrado, pero tenemos deficiencia visual”.
Del mismo modo que la mitología ha sido una constante en la vida de Fernando Echarri, también lo es la educación ambiental, “porque todo está muy ligado. La educación ambiental busca la sensibilización de la población en cuestiones ambientales; trata de concienciar sobre la importante que cada una de nuestras acciones tiene para el medio ambiente, así como profundizar en el vínculo que cada persona tiene con su medio natural para mejorar en su entendimiento y mejora”. Tras veinte años dedicado a su profesión y a su labor de desarrollo de programas educativos y publicación de material divulgativo, llegó a la conclusión de que los cambios que esperaba ver en la sociedad no se estaban dando. “Soy consciente de que sin educación ambiental estaríamos peor de lo que estamos, pero también de que necesitamos un nuevo rumbo en el que profundizar en el vínculo espiritual del que te hablaba. Por eso he tomado de referente la bibliografía “Experiencias significativas de vida”, y la mitología para inculcar estos valores de respeto y conservación del medioambiente que me parecen tan esenciales”.
Algunos personajes mitológicos:
- Mari: Es la diosa por antonomasia que controla los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. A ella le debemos tanto la bonanza de los campos y los mares como los desastres naturales provocados por los grandes incendios e inundaciones.
- Basajaun: Seños de los bosques. Ayudará siempre a la persona perdida que respeta su entorno, y sin embargo engullirá para siempre en la espesura del bosque a quien no lo haga.
- Piarres: Aideko (Aire), Ortzi (cielo) y Ekaitz (tormenta) le castigaron y lo enviaron a la luna cuando se sublevó ante los fenómenos naturales. Allí permanecerá hasta que pida perdón y sea consciente de lo insignificante que es el ser humano frente a los elementos que lo rodean. Por eso en las noches de luna llena vemos una cara.
- Amalurra: Es la madre tierra, quien nos aporta alimento y cobijo y nos protege de los malos espíritus.
- Adur: Es la ligazón, la energía que circula por todas las cosas.
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*Fernando Echarri es profesor asociado del Departamento de Biología Ambiental de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra.
*Ilustraciones Roland Deaconu
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