El derecho al agua es un derecho humano universal que contempla que todo el mundo pueda tener un servicio básico y vital en forma suficiente, saludable, accesible y asequible. Sin embargo, apenas el 2,5% del agua del planeta es dulce.
Esto provoca que uno de cada diez habitantes del planeta (663 millones de personas) no tenga acceso al agua potable y que 1.800 millones utilicen fuentes de agua contaminadas. Según la OMS, el acceso universal a agua y saneamiento generaría unos 32.000 millones de dólares de beneficio económico al año al reducirse los gastos sanitarios, bajas por enfermedad, horas destinadas por mujeres y niños en África para buscar agua, etc.
Se estima que en Europa cada persona utiliza una media de 150 litros de agua al día para uso doméstico. En España, según cifras de 2014 del INE, consumimos 132 litros por persona/día que utilizamos principalmente en el baño, en la cocina y en utilizar lavadoras. El precio medio que pagamos es de 1,89 euros el metro cúbico (datos INE 2015) lo que supone supone el 0,9% de los gastos familiares. Se trata de un consumo que está garantizado por la ley ya que en caso de necesidad, en este país, el suministro para las personas se sitúan antes que otras actividades: agricultura, riego, etc.
Con todo el precio del agua no refleja el valor real, pues no contempla el abastecimiento, el saneamiento y el tratamiento de las aguas residuales, tal y como señalaba recientemente en un artículo de opinión Juana Fernández Rodríguez, profesora del Grado de Ciencias Ambientales de la Universidad de Navarra.
El despilfarro y el derroche son prácticas cada vez menos aceptadas pero los datos todavía nos dicen que más del 80% de las aguas residuales que generamos se desperdician, cuando suponen una fuente asequible y sostenible de agua, energía, nutrientes y otros materiales recuperables.
Cada entidad responsable de su uso y gestión trabaja por cambiar esta situación: Europa, a través de diferentes líneas de trabajo como regular la reutilización de agua en riego agrícola, establecer una política de precios más adecuada, exigir una utilización más eficiente de infraestructuras o reducir las fugas en las redes de suministro; la ONU, invitando a reducir la proporción de aguas residuales no tratadas y aumentar la reutilización segura. Así, en la pasada celebración del Día Mundial del Agua, se destacaba la necesidad urgente de ver las aguas residuales como “un recurso” que podría ser considerado como un nuevo oro negro y que con una nueva regulación podría generar 20.000 nuevos empleos únicamente en España.
Los hábitos de consumo responsables de agua en el ámbito doméstico pasan por conocer el origen del agua que tomamos y su ciclo de vida, así como aplicar conocidos hábitos diarios: cerrar bien el grifo después de utilizarlo y utilización de sistemas eficientes de agua en grifos e inodoros.
La industria y la agricultura también tienen importantes margen de mejora en el uso y gestión del agua. Las áreas de I+D+i trabajan para aumentar la calidad del agua, tanto potable como depurada, por reducir los costes energéticos que acarrea la depuración y los contaminantes emergentes y por adaptarse a los cambios que provoca el cambio climático. España es líder a nivel mundial en investigación hídrica y en proyectos de reutilización, pero parece ineludible que todos colaboremos para crear lo que ya se denomina “una nueva cultura del agua”. ¿Conoces iniciativas que trabajen en alguno de estos aspectos? Ayúdanos a crear “una nueva cultura del agua”.
Fuentes: Datos extrapolados de informes y estudios de la OMS/ FAO/ Fundación We Are Water/ Consultora PwC/ UN Water/ INE.
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