Una microserie, el análisis de la ropa y complementos guardados en los armarios de cada estudiante, una visita a Traperos de Emaús y el desarrollo de un mercadillo de intercambio han sido las actividades claves para tratar de influir en las conciencias del alumnado. “Proyectos como este son muy necesarios y eficaces, pero requieren mucha implicación personal y mucha dedicación de nuestro poco tiempo”, reconoce Begoña Izquierdo, responsable del proyecto y quien nos ha atendido para contarnos la experiencia vivida en el Instituto de Educación Secundaria de Mendillorri en Navarra.
Anniken, Frida y Ludwig, son tres jóvenes “influencers”de Noruega que tuvieron la oportunidad de vivir un mes en Camboya conociendo de primera mano las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores textiles que producen muchas de las prendas que se consumen en occidente a precios bajos. Lo que allí vieron y experimentaron, que se puede ver en la microserie “Moda barata de la muerte”, cambió sus vidas y ha llegado ahora al alumnado de Mendillorri.
“La microserie les conmocionó, sobre todo a la gente más sensible. Creo que nunca se habían puesto a reflexionar sobre el proceso previo a la compra de una camiseta de cinco euros. Luego, al mirar su armario, creo que muchos se sorprendieron. No eran conscientes de la cantidad de ropa que tenían y, sobre todo, de la que almacenaban y no usaban. Se sintieron mal. Eso fue el detonante para organizar un mercadillo de intercambio con prendas y objetos que tenían en casa y ya no utilizaban” explica Izquierdo.
Todo el instituto se implicó en donar e intercambiar ropa y otros objetos como libros, complementos, bisutería, etc. “Previamente al montaje del mercadillo se hizo un trabajo divulgativo, preparado por el alumnado de 4º de la ESO de Ciencias, para insistir en la necesidad de comportamiento responsable a la hora de aportar objetos. Se insistió en que no se convirtiera en un almacén de lo que sobraba en sus casas. El lema era: no traigas lo que tú no te llevarías”.
La implicación del profesorado voluntario para recoger, seleccionar y ayudar a montar el mercadillo fue grande, lo que animó aún más al alumnado. El proyecto, además, contó con el apoyo del programa de educación ambiental de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. Cada cual con sus actividades, cometidos y responsabilidades contribuyó a generar una experiencia transversal muy enriquecedora y repleta de anécdotas.
“El alumnado de 1º ESO visitó las instalaciones de Traperos de Emaús después de haber analizado sus armarios y hacer recuento de las prendas que usaban y de las que llevaban meses o años guardadas que, sin embargo, estaban en buen estado. El alumnado de tecnología de 4º ESO, por su parte, diseñó unos colgadores para las perchas de la ropa consistentes en dos mesas colocadas verticalmente con las patas unidas. Nos pareció una buena idea reutilizar lo que ya teníamos. También el pedir las perchas a una de las grandes tiendas muy frecuentada por la juventud. Las alumnas de Biología y Geología de 1º de bachillerato de euskera también participaron junto a su profesora y montaron y decoraron el mercadillo. Por último, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona nos proporcionó paneles anunciadores, manteles y algunos expositores”.
A hora llega el momento de hacer balance. El profesorado implicado opina que las acciones programadas en el centro han supuesto un apoyo para la reflexión y un acicate para cambiar, al menos en parte, los hábitos de compra. “Creemos que en general ha aumentado el grado de concienciación del alumnado, sobre todo en los grupos más implicados. Alargar la vida de la ropa, darle una segunda oportunidad, comprar menos, reflexionar sobre las condiciones de las personas que trabajan en las fábricas donde se confecciona esa ropa, etc. Además, quien no ha reflexionado por lo menos ha sentido curiosidad y, a través de los objetos apetecibles del mercadillo, se ha planteado que existe otra forma de consumo. Así que el balance es muy positivo”, concluye Begoña Izquierdo.
Este es un ejemplo más de cómo a través de la educación se puede cambiar hábitos y despertar conciencias.
Imágenes: IES Mendillorri
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