La economía circular es una propuesta ambiciosa que supone una ruptura total con la actual forma de pensar y actuar social e industrialmente. Supone un cambio en las relaciones lineales que conocemos hasta ahora, para apostar por otras en las que prima el trabajo conjunto entre organizaciones, productores, administración y sociedad en busca de un bien individual y colectivo. ¿Qué papel tenemos como ciudadanos?, ¿qué beneficios nos va a reportar?, ¿por dónde tenemos que empezar? Son preguntas a las que nos responden dos expertas en Economía Circular, Ana Carmen Irigalba y Montse Guerrero.
- ¿Por qué está tan de moda el concepto de economía circular?
La situación del sistema actual ha llegado al límite a nivel económico, social y ambiental. El incremento de los costes de las materias primas y la energía debido a su limitada disponibilidad y su escasez , así como la dependencia de los países productores inestables, hacen peligrar la garantía de suministro a un precio asequible para la industria europea. Estos precios irán en aumento debido al aumento de la demanda por los países en vías de desarrollo y el aumento exponencial de la población mundial. En el ámbito social, la deslocalización de empresas de producción a países con mano de obra más barata y cercano a los puntos de extracción de las materias primas y la carencia de una industria europea y nacional basada en recursos autóctonos, ha llevado a unos altísimos niveles de desempleo. Y por último, el cambio climático[3] está llegando a un punto de inflexión en el que la no aplicación de medidas drásticas en la generación de gases de efecto invernadero podría llevar al aumento de más de 2 ºC, con los consiguientes efectos devastadores.
Europa no está preparada para afrontar esos retos, debe afrontar un cambio profundo en sus sistema económico frente a las nuevas condiciones de cambio global. Cada vez es menos autosuficiente en recursos. La Economía Circular no es una moda, es un sistema que se irá implantando gradualmente, ya que supone la única opción de desarrollo a medio-largo plazo.
Todos y cada uno de los agentes involucrados, administración, empresas, ciudadanos, gestores debemos evolucionar y dejar de pensar en modo lineal para hacerlo al circular. Otros países están ya trabajando en ello y están mucho más avanzados, especialmente Japón, China, Estados Unidos. En el ámbito europeo hay un desequilibrio muy importante, donde países como Holanda, Bélgica, Francia, Reino Unido están desarrollando incluso normativa y programas nacionales o regionales, y en otros como España, justo ahora se está empezando a oír hablar del concepto.
- ¿Qué beneficios aporta a la sociedad la economía circular?
Los beneficios que aporta la Economía Circular al sistema actual podrían resumirse en cuatro:
– Reducción de los riesgos asociados a la fluctuación de precios y escasez de materias primas. Y por tanto, disminución de la dependencia de países externos.
– Creación de empleo estable en Europa para los procesos de recogida y retorno, reparación, desensamblaje, recuperación, remanufacturación. Una nueva revolución industrial.
– Contratación de servicio en vez de compra de producto: permite que el servicio se adapte mejor a las necesidades de los consumidores, que el precio se pueda ajustar más, aportando una mayor fidelización del cliente y una mayor relación servicio-cliente.
– Un desarrollo industrial verdaderamente sostenible, en lo ambiental, económico y social, basado en la simbiosis industrial.
- ¿Por dónde se puede empezar entonces para lograr ese cambio en la sociedad?
Es importantísimo que los consumidores estén concienciados y conozcan la importancia de poder devolver cada recurso a su canal correspondiente. Para ello es necesario que todos los productos que llegan hasta las casas aporten información –en su embalaje o en sus páginas web– de cómo se debe gestionar para garantizar su retorno al ciclo correspondiente. Es necesario que el consumidor esté totalmente informado de cómo debe gestionar cada recurso que ya no necesita y cómo va a continuar la vida útil del producto.
Lo más interesante de la circularidad es que no sólo se aplica en empresas eco o más sensibles con lo ambiental, sino que como permite un ahorro importante de costes gracias a la recuperación de materiales y oferta de nuevos servicios, las grandes empresas o empresas convencionales están ya trabajando en la creación de líneas de proceso circulares paralelas a las convencionales. Parece que los resultados son muy buenos. No se pretende que la circularidad sea una ecoetiqueta más sino que sea la única manera de producir cualquier producto. Una transición exitosa hacia la circularidad requiere acciones en todas los estadios de la cadena de valor de los productos: desde la extracción y transporte de materias primas, pasando por el diseño de materiales y productos, producción, distribución y consumo de bienes, sistemas de reparación, remanufacturación y reutilización, hasta la gestión de residuos y su reciclado. Un buen ejemplo sería el Fairphone[4] que mejora la cadena de valor de los productos electrónicos: garantiza el uso de fuentes de materias primas de minas socialmente responsables, en su diseño es desmontable y reparable y en su producción garantizan las mejores condiciones laborales.
- ¿Cuál va a ser el papel de los ciudadanos en este cambio?
El papel de los ciudadanos es vital en todas sus facetas:
– como consumidores: la oferta se rige por la demanda. Para ejercer de palanca de cambio en los procesos productivos es necesario que la ciudadanía demande una mayor responsabilidad a los productores y sobre todo rompan con la tradicional necesidad de posesión con la compra de bienes, y pase a convertirse en usuarios de servicios. Cada vez estamos más en esa línea, y las nuevas generaciones ya conocen las ventajas de contratar un servicio más dinámico y adaptado las necesidades frente a la compra de un producto estático e inflexible. La RSE de las empresas debería garantizar que los consumidores y consumidoras cada día participen más en la toma de decisiones en las empresas.
– como educadores: en el hogar y del hogar a la escuela. Es necesario el cambio sistémico profundo por nuestra generación y las generaciones venideras, hay que empezar a transmitir esos valores y conceptos en todos los niveles de la educación formal e informal.
– como parte de una comunidad: desde la ciudadanía han surgido en los últimos años diversas iniciativas que forman parte de la Economía Circular como es la economía del bien común o la economía colaborativa o consumo colaborativo,… La ciudadanía ha empezado a hacer lo que estaba en su mano para actuar de una forma más responsable respecto al consumo, en parte impulsado gracias a la crisis económica y también por criterios ambientales. Ahora es momento de exigir a las empresas productoras que empiecen a dar pasos en esta línea creando presión a través de la extensión y conocimiento de los conceptos que engloba la economía circular.
– como individuos de una sociedad democrática: como impulsores de un cambio ciudadano hacia políticas más responsables y coordinadas con las líneas más innovadoras de la Unión Europea. Exigir políticas enfocadas a la circularidad.
- No nos queda otra opción que cambiar, ¿verdad?
La Economía Circular es un cambio sistémico real, un cambio profundo de cómo hacer las cosas. Aunque hay una inercia muy enraizada hacia la linealidad, cuando se asume el deseo del cambio se puede ver todo a través de las gafas de la circularidad, y entonces nos damos cuenta del inmenso potencial del concepto y de los procesos industriales y sociales que propone. Es entonces cuando entendemos el porqué algunas empresas no quieren ser las mejores empresas del mundo sino las mejores empresas PARA el mundo.
La Economía Circular es una nueva forma de participación de todos en el desarrollo de una mejor sociedad, más justa, equilibrada y en definitiva, sostenible. Si no se produce un verdadero cambio social y cultural no la haremos posible, ni siquiera contando con el necesario apoyo de las políticas y recursos públicos, que ya se están dando como pioneros en algunos de los países y regiones citadas. Han de removerse de manera disruptiva los axiomas sociales o las “creencias” que nos sustentan actualmente y que la crisis económica actual está haciendo zozobrar como la economía actual basada en una concepción del ser humano como individuo egoísta que busca maximizar su propio interés en la interacción con los otros.
- ¿Cómo va a ser esto posible si una de nuestras creencias es que los recursos son limitados y que debemos pelear por ellos. La ley del más fuerte. Supervivencia social, competitividad?
Sí, es posible desde un planteamiento que me permite ‘co-opetir‘, es decir, cooperar y competir a un tiempo. ¿Qué nos impide que este planteamiento se lleve a la práctica? Hay experiencias concretas que nos permiten vislumbrar el camino. Nosotras renovamos nuestra absoluta fe en la inteligencia colectiva, de la que ya empiezan a expresarse posibilidades reales, para la puesta en marcha de un sistema económico capaz de cuidar el medio ambiente y ser equitativo socialmente. Nada nuevo en el fondo y todo por hacer todavía. Y si aún no lo tenemos claro debemos hacernos esta pregunta: ¿quieres seguir siendo parte del problema o quieres ser parte la solución?
Deja una respuesta