Así es como se ha recibido en Turkana (Kenia) el aporte de agua constante y de calidad. Turkana es un territorio semidesértico en el norte de Kenia donde llueve tres o cuatro veces al año y donde habita la tribu turkana.
En pleno S.XXI, la vida de esta población está totalmente condicionada por el difícil acceso al agua: la esperanza de vida es de 47 años, la mortalidad infantil es muy elevada, los niños y niñas se encuentran en estado de desnutrición moderada y severa; no se cultiva por falta de agua; los hombres son pastores y pasan los días con sus animales buscando alimento y bebida; hasta hace dos años las mujeres y los niños tenían que recorrer una distancia de unos veinte kilómetros para escavar agua de los pozos; las familias, con una media de nueve miembros, eligen sólo a un niño para que vaya a la escuela mientras el resto continua su vida como pastores y ayudando en el hogar; el 82% de la población no cuenta con nivel de educación, etc…
El agua puede cambiar la vida de una población.
Pero gracias al proyecto “Acción integral contra el hambre en tres comunidades de Kokuselei, Turkana norte, Kenia” financiado por los Ayuntamientos del Valle de Egües, Burlada y Barañain, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y más de 100 municipios navarros del Fondo de Cooperación, la vida de esta población turkana está cambiando de forma radical.
El agua será solo el principio. Un buen abastecimiento de agua será de gran importancia para la vida, la salud, educación, alimentación, la higiene de la población y el proceso de desarrollo de la tribu turkana. El fácil acceso al agua cambiará la vida de más de 6.000 personas y asegurará un presente y un futuro más digno para todos.
El proyecto lo lleva a cabo la Fundación Rode desde Navarra junto a su contraparte local en Turkana Norte, la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA). Durará tres años y se centrará en cuatro áreas.
1.- Infraestructuras
Hace algunos años, la tribu turkana obtenía el agua escarbando en los lechos de los ríos secos. Las mujeres, niños y niñas debían caminar entre 10 y 20 kilómetros para acceder a ella. En los últimos años se ha perforado un pozo en cada comunidad con una bomba manual, que permite el acceso al agua potable. Pero todavía es necesario mejorar el bombeo para implementar actividades de desarrollo que solucionen el hambre y los problemas de salud.Gracias al proyecto, bastará con abrir un grifo. Se están instalando bombas solares, canalizaciones desde los pozos a las nuevas cocinas, duchas y huertas comunitarias, fuentes con grifos que permitirán acceder a varias personas a la vez, así como abrevaderos para los animales.
Se construirán además en cada una de las tres comunidades (Ngameriek, Alagama y Ekurruchanai), una cocina con fogón ecológico, un almacén y un aula sombra con ducha y letrinas para garantizar un espacio higiénico a los niños.
Con estas infraestructuras se busca dar soluciones al problema del agua con importantes impactos en otros campos:
2.- Agricultura
Los turkana no cultivan. Es un reto para ellos debido al tipo de terreno, las sequías y el desconocimiento de su práctica.
Gracias al proyecto: a partir de los puntos de agua permanente, se ha logrado que la población conozca y practique la agricultura a pequeña escala. Los jóvenes están aprendiendo sobre agricultura en terrenos desérticos para luego enseñar en sus comunidades e iniciar sus propios huertos. Ya se cultiva calabaza, berenjena, calabacines, remolacha, tomates, sandía, maíz, sorgo, etc. en huertas comunitarias que aportan nutrientes y vitaminas para la alimentación de las familias turkana.
3.- Nutrición
Los niños sufren desnutrición severa y crónica porque llevan una dieta inadecuada e insuficiente. Comen una vez al día o pasan varios días sin ingerir alimentos, y su alimentación se basa en leche y sangre de los animales.
Gracias al proyecto: los niños cuentan con un servicio de nutrición estable que les permite contar con dos comidas diarias a base de maíz, judías, sorgo, soja, azúcar, aceite, sal, y los productos de las huertas comunitarias. Los alimentos se almacenan en cada comunidad y el Comité de madres se encarga de su preparación y distribución a cada niño sin exclusión y con especial atención a aquellos en situación de desnutrición. Se garantiza que los menores de seis años puedan comer y ser atendidos dignamente.
4.- Salud
Los efectos de la desnutrición infantil acompañan a los niños por el resto de sus vidas, afectando también a sus comunidades. Se vuelven propensos a desarrollar y sufrir enfermedades, además de reducir su capacidad de aprendizaje.Gracias al proyecto: la construcción del aula sombra de obra en cada comunidad permite que los niños coman en un espacio higiénico, alejados de la tierra y piedras, además de protegidos de las calurosas condiciones meteorológicas. Ese simple hecho les permite tener las manos limpias y evitar las diarreas. La ducha diaria a los niños reduce los casos de hongos en la piel y enfermedades de los ojos. Además, una clínica móvil visita una vez al mes cada una de las comunidades atendiendo a los enfermos, especialmente a menores de seis años, madres embarazadas, lactantes y trabaja especialmente en la prevención e identificación de la malaria y la tuberculosis.El proyecto busca, en definitiva, la mejora de las condiciones de vida de la población infantil, un colectivo muy vulnerable al medio que le rodea y sin embargo, una población con un gran potencial. Con una buena estimulación, alimentación y salud durante los primeros años de vida se asegura un desarrollo sano que les permitirá seguir creciendo y convertirse en adultos responsables de su desarrollo y el de sus comunidades.
El agua, será solo el principio, pero es la base de su futuro.
*Cita del libro “Historia del abastecimiento de agua en la Comarca de Pamplona” de David Alegría Suescun.
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