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El valor del retrete

¿Tienes un baño privado limpio y funcional en casa? ¿Tu inodoro está conectado a una alcantarilla o servicio de eliminación de desechos? ¿Te sientes físicamente seguro o segura cuando usas tu baño? ¿Las calles y alrededores de tu hogar están libres de heces humanas? ¿Cuando estás fuera de casa puedes encontrar con facilidad un baño público? Si tus respuestas han sido mayoritariamente afirmativas, entonces considérate una persona afortunada, ya que la mitad de la población mundial habría respondido "no" a todas las preguntas.

El 60% de la población mundial no cuenta en sus viviendas con un inodoro ni con sistemas de saneamiento seguros, con los problemas de salubridad que ello provoca. Casi 700 millones de personas hacen sus necesidades al aire libre, sin comodidades ni higiene. En países como Mongolia, todavía se lucha para romper tabús entorno a los retretes y para conseguir que estos sean elementos indispensables, funcionales y seguros con campañas como «Let’s Change Our Toilets», de la activista Oyungerei Tsedevdamba. En otros lugares, se utilizan sistemas de saneamiento rudimentarios como las letrinas con estercoleros que recogen y tratan los deshechos humanos para producir fertilizantes para cultivos. En algunos lugares se construyen humedales y cañaverales que filtran las aguas fecales para que estas no acaben directamente en los ríos. 

Y mientras esto ocurre, en el mundo desarrollado, donde es habitual contar con un retrete conectado a una red de alcantarillado o donde no es difícil encontrar baños públicos en las calles, nos permitimos el lujo de utilizar el inodoro como una papelera, provocando atascos en la red de aguas residuales. 

Todas estas diferencias en el uso y en la mentalidad son las que llevaron a la Asamblea General de las Naciones Unidas a fijar el 19 de noviembre como Día Mundial del Retrete, una jornada de toma de conciencia y sensibilización.

Y es que, en nuestro entorno más cercano, parece que se nos ha olvidado la función principal de los retretes: recoger heces, orina y, a lo sumo, papel higiénico. Nada más. Sin embargo, no es raro arrojar por él también todo tipo de elementos de higiene íntima y bastoncillos, además de las temidas toallitas húmedas. Todo junto va creando un inmenso tapón que recibe el nombre de Fatberg y que bloquea tuberías y conducciones de agua. Aparte de los sobrecostes de mantenimiento que provoca, más de 500 millones de euros al año en Europa, esa bola de porquería también causa problemas medioambientales como desbordamientos de aguas fecales no tratadas o contaminaciones acuáticas. Problemas totalmente evitables, como se ve.

Cambios de conducta necesarios

La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) y más de 99 entidades, harán hincapié este año, a través de la campaña ´No alimentes al monstruo de las cloacas´, en este problema que se podría resolver aplicando la máxima de: “pipí, popó y papel, sólo eso has de meter”  o una de estas dos sencillas ideas:

  • Colocar una papelera en el baño
  • Separar correctamente los residuos.  

Esta ilustración resuelve claramente los contenedores donde debemos colocar los residuos más habituales que erróneamente desechamos en ocasiones por el retrete. 

¿Dónde depositar otros residuos?

Considerado por Naciones Unidas como salvavidas, protector de la dignidad o creador de oportunidades, el retrete simboliza el elemento que nos da acceso a un derecho humano: el saneamiento.  

Imagen:  Gilles Desjardins.  Unsplash Ilustración: Ecoblog MCP

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