Hablar con Aintzane Iriberri, responsable de Energía de la Agencia de Desarrollo de la Sakana, es la oportunidad de conocer a una profesional que habla con pasión de su trabajo: la búsqueda de alternativas energéticas sostenibles con el entorno y con los recursos del Valle de la Sakana (Navarra) con las que ir cambiando poco a poco el modelo energético de los municipios que lo conforman y de las empresas allí instaladas.
Hace casi un año, entre los meses de marzo y abril, la empresa ESEKI con la que trabaja la Agencia de Desarrollo de la Sakana consiguió todos los permisos necesarios para poner en marcha en Lizarraga, una pequeña población del valle, una microred eléctrica basada en energía fotovoltaica y tecnología de bombeo de agua. Con ella se almacena energía que posteriormente puede ser utilizada para el alumbrado público de la localidad, así como para abastecer los consumos de la Casa del Concejo, un pequeño frontón y un punto de recarga de vehículo eléctrico.
Las consideraciones técnicas del sistema quizás no sean lo más importante en este blog. Pero sí son reseñables los fundamentos sociales en los que se basa esta estrategia de desarrollo para una zona geográfica que se vio especialmente sacudida por la crisis económica y que ha encontrado en las alternativas energéticas sostenibles un campo de acción muy importante para revitalizar la vida de sus municipios.
“En 2015, después de realizar un diagnóstico energético a nivel municipal del valle, nos dimos cuenta de que se gastaba más de 1.200.000 euros anuales en consumos energéticos y nos pusimos a buscar alternativas sostenibles para intentar revertir en lo posible este gasto”, reconoce Aintzane Iriberri.
Con ayuda de la empresa ESEKI y el Departamento de Microredes del Centro Tecnológico CENER, vieron que el Concejo de Lizarraga contaba con una casuística interesante para probar si una microrred podría funcionar como forma de abastecimiento de energía y almacenaje e incluso, en caso de excedente, pudiera permitir su venta a la Red.
Lizarraga es una localidad de 200 habitantes que se encuentra en las faldas de la Sierra de Urbasa. Contaba con un depósito de aguas y un sistema de conducción que no se utilizaba. Se estudió el caso y se vio factible construir un nuevo depósito “aguas abajo”, a apenas un kilómetro del original. La microrred que se instaló en la actualidad se vale de la diferencia de altura que existe entre ambos, 100 metros, para trasvasar agua de un depósito a otro y así generar energía que después se almacena y se transforma en electricidad.
Este sistema es pionero a nivel nacional y convierte a Lizarraga en un ente local innovador en la generación energética y valedor de diferentes reconocimientos. De hecho, la Galería de Innovación de la feria internacional de energía y medio ambiente Genera 2018, seleccionó el proyecto de microrred realizado por ESEKI junto con otros veinte de todo el estado por su aportación al desarrollo de las renovables y la eficiencia energética; y el Concejo de Lizarraga, por su parte, recibió recientemente el 2º premio de Buenas Prácticas de Desarrollo Local Sostenible “Jose Ignacio Sanz Arbizu”.
En palabras de Iriberri, el camino ha sido largo y costoso, sobre todo burocráticamente: proceso para la legalización de las instalaciones, puesta en marcha, etc. Pero ha merecido la pena. Después de casi un año de funcionamiento, la Agencia de Desarrollo de la Sakana hace un balance positivo del esfuerzo y sigue impulsando nuevos proyectos para conseguir hacer la instalación más eficiente. “Aunque la microred no abastece el 100% de las necesidades energéticas de las instalaciones municipales, sí que estimamos que cubre el 80% de las mismas. Calculamos que antes el gasto energético del municipio rondaba los 10.000 euros y sabemos que ahora ha bajado, aunque no sabemos cuánto. Los datos exactos los tendremos en unos meses”.
La experiencia de Lizarraga abre las posibilidades de réplica en otras localidades o municipios parecidos, si bien como señala Aintzane Iriberri es necesario estudiar muy bien las características de cada caso y el coste para que la instalación cumpla con el objetivo de ser una energía eficiente y sostenible.
Además del proyecto de Lizarraga, la Agencia de Desarrollo de Sakana tiene activos otros. En Iturmendi, por ejemplo, una red de calor que conecta tres edificios públicos, se nutre de la biomasa propia de la localidad. Por otra parte, las instalaciones municipales del valle responden a un sistema de gestión inteligente de energía (térmica y eléctrica) monitorizado a tiempo real.
Todos ellos, tal y como indicábamos al principio, tienen por objeto no sólo conseguir un cambio energético en el valle, sino poner en marcha proyectos más respetuosos con los recursos naturales. “El nivel de sensibilización de la población ayuda mucho. La gente de la zona tiene en mucha estima al entorno y los recursos propios, lo que facilita mucho la apreciación que hacen de nuestro trabajo”, explica Iriberri. Hace unos meses Esteban Morrás, al que se le considera un visionario de las energías renovables, decía en una entrevista que “no es exagerado pensar en Navarra como un Harvard de las renovables». Ejemplos como el que os hemos contado parecen darle la razón, bien por la importancia que en sí tienen a nivel de conocimiento, bien por el potencial humano y empresarial que presentan.
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