Rosa Mª Cepa es una artesana que desde hace más de 20 años mantiene en pie un telar que hace cinco generaciones puso en marcha su tatarabuelo en el pequeño pueblo de El Bodón (Salamanca). Su taller, compuesto ahora por un telar de más de 200 años y un par más de principios y mediados del siglo XX, está abierto a todo aquel que quiera conocerlo. Sus mantas de tiras, en otras zonas de España también conocidas como jarapas o alfombras de trapillo, decoran habitaciones, sirven para proteger asientos o maleteros de vehículos o se utilizan como alfombrillas de picnic.
Lo suyo reconoce que es una forma de artesanía tradicional que se basa en la reutilización textil. “Aquí reciclamos las telas. Yo voy personalmente a la fábrica y cojo lo que encuentro aprovechable: recortes, orillas que son de desperdicio, etc. Algunos clientes, sin embargo, me traen sus ovillos para realizarles piezas a medida, tal y como ocurría en el pasado”.
Antiguamente, las personas que se dedicaban a tejer en telares domésticos visitaban los pueblos de los alrededores, no sólo para recoger encargos, sino también para hacerse con material textil que los lugareños preparaban en grandes madejas. “En tiempos era la lana o el lino casero que se utilizaba para tejer sacos o prendas de vestir. Después fueron los ovillos de trapillo que se utilizan fundamentalmente para hacer alfombras o cubre asientos. Con ellos no sólo reutilizaban los residuos textiles sino que se ahorraban la materia prima” comenta Rosa.
Como ella misma nos recuerda, “los telares fueron una actividad muy prolífica a partir del siglo XVIII en la provincia de Salamanca donde se compaginaba habitualmente el telar con faenas de tipo agrícola”. En la actualidad Rosa es de las pocas que realiza su trabajo de forma artesanal en la provincia de Salamanca.
Durante el año fabrica alfombras de diferentes tamaños y piezas más especiales como cortinas o incluso tapices artísticos. Después las vende en mercados tradicionales o desde su taller en El Bodón, no sin problemas para conseguir que se valore una actividad artesana que requiere un importante dedicación. “Evidentemente competimos contra producciones a gran escala que abaratan mucho los costes, pero cuando enseño cómo se hace cada pieza (transporta en algunos mercado un pequeño telar de madera) o imparto talleres las reticencias al precio, (que tampoco son elevados), se acortan”.
La mantas de tiras o jarapas que elabora Rosa Cepa son solo un ejemplo de que lo que ahora se llama economía circular hace muchos años que está inventado. Un comentario que hace unos meses defendía también Chus Toledo, responsable de la Oficina de Turismo del pueblo riojano de Pradillo de Cameros, en la presentación de la Fiesta de las Almazuelas Colgadas. Un tipo de artesanía textil que se asemeja mucho al patchwork, que seelaboraba tradicionalmente en pueblos de la sierra de La Rioja.
Las almazuelas, como la técnica brasileña del fuxico, surgen en épocas de penuria económica para reciclar vestidos y trajes viejos. Ahora son un bien del patrimonio cultural e histórico que muchas instituciones e iniciativas se comprometen por conservar, además de técnicas creativas que llegan hasta nuestros días con fines decorativos, como manualidades y en caso residuales como aplicaciones en alta costura.
No obstante, como se apunta en el libro “Háblame de la artesanía” publicado por UNESCO, la artesanía, que tradicionalmente ha producido sin limitación y utilizando materias primas procedentes de recursos sostenibles, y que explora ámbitos tan variados como la vida diaria, la recuperación, el reciclaje, el medio ambiente, etc., se ve cada vez más amenazada o en vías de desaparición en un mundo marcado por los problemas medioambientales.
El conocimiento de técnicas artesanales como el patchwork, el bordado o el telar deberían suponer no sólo una moda, como nos recuerda Alazne Juaniz, encargada de impartir talleres de costura, patchwork y fuxico en la nave de Traperos de Emaús en Berriozar (Navarra). “Veo un interés muy grande entre las personas, pero para evitar que se quede en una moda, yo siempre intento ir más allá, aportando nuevas ideas para dar una nueva vida a los tejidos, para aplicarlas a arreglos que alargan la vida útil de las prendas,…”.
Está en nuestras manos la puesta en valor de ejemplos como los que os hemos contado por lo que suponen no sólo de mantenimiento de tradiciones culturales sino por lo que su conocimiento y adaptación a los nuevos tiempos puede ayudarnos a la valorización y recuperación de recursos.
PATCHWORK
El patchwork (literalmente trabajo con parches o remiendos) es una técnica textil que surgió hace miles de años como respuesta a la necesidad de remendar ropa y ha evolucionado hacia la ornamentación.
FUXICO
El fuxico es una técnica centenaria en la que se trabaja con retales textiles a los que se dan puntadas y se fruncen posteriormente para conformar flores o detalles decorativos. El nombre surge de la palabra “cotilleo o habladuría” en portugués, en referencia a las mujeres brasileñas que se reunían para coser mientras hablaban de sus cosas o de las de otros.
SASHICO
Técnica milenaria japonesa que usa un tipo de puntada como el hilván o la bastilla para remendar y juntar piezas. De esta forma se conseguía alargar la vida útil de la ropa. En la actualidad tiene una funcionalidad decorativa.
Imágenes: Elisa Merino en el blog Mantas de tiras El taxista.
FUENTES
www.unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000181443
www.infoescola.com/artes/fuxico-artesanato/
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