Recientemente el Magazine de La Vanguardia realizaba un mini experimento con estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Los grupos seleccionados tenían tres horas para imaginar la ciudad de mediados del siglo XXI. En sus propuestas urbanísticas todos coincidieron en un elemento: el verde y, por lo tanto, en la integración de la naturaleza en el paisaje urbano. No es algo casual. Cada vez son más los proyectos constructivos donde lo `verde´ cobra importancia.
En China se está construyendo una ciudad bosque para 30.000 personas con alrededor de un millón de plantas de más de cien especies distintas y 40.000 árboles. En Europa y Latinoamérica se apuesta por jardines verticales de dimensiones gigantescas, promovidos por una empresa española de referencia mundial. En París se aprobó en 2016 una ley para conseguir ampliar la superficie verde de la ciudad a través de jardines construidos en muros, fachadas y azoteas particulares.
Todos estos son ejemplos llamativos que nos hablan de árboles y naturaleza que ocupan lugares públicos o privados; que convierten espacios habitualmente desiertos, como tejados de edificios, en huertos comunitarios; que aprovechan al máximo recursos naturales tales como agua, viento y sol para aportar energía a las construcciones que ocupan.
Existen muchas maneras de integrar el “verde” en el urbanismo actual, una práctica que cada vez está más de moda, sobre todo por los beneficios que aporta.
BENEFICIOS DEL VERDE
La plataforma on-line especializada en la divulgación de proyectos urbanísticos THEB1M.COM señala que plantas y árboles, además de ayudar a crear un entorno urbanístico más agradable, saludable y sostenible, aportan numerosos beneficios físicos y psicológicos. Por ejemplo, reducen la contaminación, combaten el stress y favorecen la recuperación de pacientes en entornos hospitalarios.
Además, reducen la temperatura de los entornos en los que se colocan. Así mismo, dan sombra y ayudan a controlar la luz solar y el calor en el interior de las viviendas. Según estudios recogidos por THEB1M.COM, incluir un pequeño parque en el interior de un edificio puede reducir las temperaturas del espacio hasta en siete grados centígrados. De igual forma, colocar un techo verde puede reducir en más de cuatro grados la temperatura de la construcción. De hecho, se calcula que si un área urbana completa contase con este tipo de techos, su temperatura total bajaría siete grados.
Pincha aquí para ver uno de los catálogos más espectaculares de edificios verdes.
No es extraño, por tanto, que la inclusión de árboles y plantas en los entornos urbanos sea ahora una de las acciones que arquitectos e ingenieros tengan cada vez más en cuenta a la hora de diseñar y crear edificios o infraestructuras bioclimáticas. El objetivo último es mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y su relación con una naturaleza esquilmada.
Así, estamos ante la transformación de nuestras urbes. Unas ciudades que serán más verdes, cuanto mayor número de espacios tomados por la naturaleza tengan y en cuya construcción se preserven los recursos naturales, se haga un uso eficiente de energía, agua y otros recursos y se integren las energías renovables o se incluyan medidas anti contaminación y pro reducción de residuos.
Imágenes: Ricardo Gomez Angel y chuttersnap. Unsplash
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