El 30 de noviembre la Fundación Goldman otorgó uno de sus seis premios, considerados los Nobel medioambientales, a Nemonte Nenquimo. La razón por la que esta activista de 33 años ha sido merecedora de este galardón ha sido el logro conseguido el año pasado, cuando ganó el juicio interpuesto contra el Gobierno de Ecuador consiguiendo con ello asentar las bases para que los derechos de las comunidades indígenas se puedan defender de manera legal.
Según aquella sentencia, el gobierno no podía sacar a subasta los terrenos de la etnia waorani, con el fin de hacer extracciones petrolíferas, sin obtener el consentimiento de los miembros de dicha comunidad.
Nemonte Nenquimo, ve positivo obtener este premio, porque es una manera de visibilizar la problemática de su pueblo y de su lucha. Sin embargo, reconoce que no es un punto y final y que no se puede relajar.
Está acostumbrada. Desde niña experimentó esa lucha en su propia casa.
Nemonte Nenquimo nació en el seno de la etnia waorani de la Amazonia, una etnia que no tuvo contacto con el mundo exterior hasta hace 60 años. Su abuelo era uno de los defensores del territorio. No permitía a nadie externo adentrarse en su terreno, ni a miembros de otras etnias, ni a extranjeros.
Su padre también nació en la selva. A través de él Nemonte conoció su cultura, sus raíces y su identidad indígena, así como la forma de ser de otras gentes de fuera de su etnia con las que su padre comenzó a tratar en su juventud.
Cuando tenía 23 años se puso al frente de un grupo de 400 mujeres con intención de proteger y divulgar su cultura y su idioma. Después, comenzó a visitar otras aldeas en las que vivían otras etnias del Amazonas y se topó con la industria petrolera. Fue entonces cuando tomó conciencia de los graves perjuicios que ésta estaba ocasionando.
A consecuencia de ello creó Alianza Ceibo. Compuesta por cuatro etnias: siona, a’i Kofan, siekopai y waorani, se marcó como objetivo proteger e impulsar la cultura y la selva. Con la colaboración de indígenas de todas las edades consiguió mapear 500.000 hectáreas y 16 comunidades por primera vez en la historia.
Al poco tiempo, fue nombrada presidenta de la asociación Waorani de Pastaza.
Sempre ha luchado a favor de la identidad y los derechos de su pueblo.Y en esa labor ha encontrado la colaboración de muchas otras mujeres. No es de extrañar, ya que para la cultura waorani las mujeres están consideradas como auténticas líderes. Sus voves se escuchan y se respetan. Ser una mujer waorani es sinónimo de sabiduría, de conocimiento, de vida.
Su punto de vista, por lo tanto, es muy apreciada dentro de la propia etnia y ahora en todo el mundo. A fin de cuentas, estas mujeres son parte de una comunidad que vive en el pulmón del mundo, en la Amazonia, y a diario están viendo las consecuencias del cambio climático provocado por la acción del ser humano.
Por eso, aprovechando la notoriedad que le ha dado este premio, Nemonte no ha dudado en lanzar un mensaje al mundo civilizado: “No utilicéis tanta gasolina y plástico –nos dice- porque lo que vosotros utilizáis destruye nuestra selva y nuestra vida. A los padres y madres pediría además que enseñaran a sus pequeños a cuidar de este planeta, porque lo están matando. Y eso va a ser un catástrofe para todos, no sólo para los que vivimos en la selva”.
El significado del nombre de esta mujer, Nemonte, es “camino de las estrellas”. Quizá si tomamos ese camino vemos la luz y corregimos esa relación que tenemos con la naturaleza y que es causa de tantos problemas.
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