La movilidad sostenible es una de las grandes preocupaciones de nuestras ciudades. Vehículos menos contaminantes, más agilidad en los traslados, menos congestión son algunos de los objetivos que se persiguen y que impulsan a trabajar en proyectos como los vehículos eléctricos e híbridos, en favorecer el uso de bicicletas o en recomendar a la ciudadanía el buen hábito de caminar.
Entre todas esas modalidades de movilidad sostenible los vehículos aéreos no tripulados para uso no militar (UAV, por sus siglas en inglés) cada vez cobran más protagonismo y se presentan como una alternativa a tomar muy en cuenta.
Las primeras pruebas de estos vehículos ya se han realizado en la entrega de ayuda humanitaria, en monitorear el aire, en soporte durante emergencia sanitaria y en labores de rastreo y vigilancia.
Aunque los resultados han sido satisfactorios, aún se alzan muchas voces que ponen en duda que la generalización del uso de estos vehículos pueda suponer una solución a la movilidad.
Cuando se valora el servicio de paquetería a través de drones, por ejemplo, hay quien advierte del peligro que puede suponer la masificación de estos dispositivos en las calles de nuestras ciudades, además de la pérdida de puestos de trabajo que eso puede traer consigo.
Por otra parte, a la hora de analizar el servicio que pueden prestar los aerotaxis, la atención se centra en la infraestructura necesaria para dar cabida a estos vehículos dentro de la ciudad, además de la contaminación acústica que podría generar.
En ambos casos, los problemas tecnológicos aún hacen que esté lejano el día en el que la circulación rodada se convierta en voladora, tal y como ocurriera en películas como “Blade Runner”. La duración de las baterías aún es limitada, así como limitada es también la capacidad de drones y vehículos a la hora de cargar peso, lo que hace necesaria la proliferación de más dispositivos. Además, los sistemas de control de tráfico aéreo dentro de las ciudades no están lo suficientemente desarrollados.
A pesar de todo, la Unión Europea no quiere quedarse atrás y ha comenzado a trabajar en la regulación segura de la utilización de drones en el ámbito urbano. En 2023 tiene previsto lanzar normativas para vehículos que circulen en el espacio aéreo a una altura de menos de 150 metros. Para ello ha comenzado a realizar pruebas que servirán para perfilar esa regulación y que tendrán categoría certificada.
En ese marco ha puesto en marcha dos proyectos: CORUS-XUAM, liderado por Eurocontrol, y Amu-Led, que llega de la mano de Everis. Operaciones de taxi aéreo, transporte de carga, entrega de bienes y equipos médicos, inspección de infraestructuras, vigilancia policial y apoyo a servicios de emergencias serán algunas de las pruebas que se desarrollarán en puntos de España y Países Bajos, entre otros, y con la colaboración de entidades tanto europeas como estadounidenses: Airbus, Boeing Research & Technology- Europe, Enaire, etc.
Este último, Enaire, es el gestor de la navegación aérea de España, y ha elegido Barcelona y Santiago de Compostela para realizar sus primeras demostraciones de aerotaxis en 2022. En ellas se utilizarán plataformas de gran tamaño, en espacios abiertos y en función de la regulación, embarcarán personas o muñecos de prueba.
Así que comenzamos una década en la que muchas miradas estarán puestas en los nuevos modelos de movilidad. Pero, mientras las nuevas tecnologías se apoderan también de nuestros hábitos a la hora de movernos, no olvidemos que un transporte público de calidad y sostenible, la bicicleta y el caminar pueden solucionar, hoy por hoy, gran parte de los problemas que la movilidad ocasiona en nuestras ciudades.
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