Las cáscaras de pistacho podrían ser aprovechadas como captadoras de CO2, después de convertirse en carbón activo. El gran reto de la industria está en conseguir activar ese carbón de manera sostenible, eficiente y no muy costosa. El mercado así lo pide, ya que se prevé que su comercialización crezca a una tasa anual del 2,9% entre 2020 y 2028