El cambio climático está poniendo en jaque a las grandes urbes que necesitan una nueva planificación urbanística capaz de crear refugios climáticos y velar por la salud de la ciudadanía y la seguridad de la economía y de las infraestructuras. Se trata de un gran reto al que no hay más remedio que hacerle frente, porque está claro que vivimos en un mundo que cada vez es más cálido.

Humanizar la ciudad, centrarla en las personas y mejorar la calidad de vida en ellas es el reto de la “pacificación del tráfico”, un paquete de medidas que se está implantando en varias ciudades europeas con el objetivo de reducir la velocidad y la cantidad de coches privados en las urbes, además del ruido.