Los parques fluviales y otros parajes naturales son testigos del aluvión de caminantes que, bastón en mano, disfrutan de largas marchas en contacto íntimo con la naturaleza. En grupo o en solitario estas personas practican un deporte que nos llega del norte de Europa, fácil de aprender, adecuado para cualquier edad y que aporta grandes beneficios tanto físicos como emocionales.