La introducción de una especie no autóctona en un ecosistema que no es el suyo trae siempre consecuencias. Los cambios, por muy pequeños que seas, afectan a todo el conjunto. Esto mismo ha ocurrido en la isla de Guam a la que, en la Segunda Guerra Mundial, llegó la serpiente marrón de árbol, oculta en las bodegas de los barcos y de los aviones y que a día de hoy ha acabado con 10 de las 12 especies de pájaros de la isla, con todo lo que ello conlleva.