La gestión de residuos es uno de los grandes retos medioambientales de nuestro tiempo.
El aumento de la población, sobre todo en las ciudades, hace que aumente también la cantidad de residuos generados y con ello la necesidad de reciclar y reutilizar materiales de manera eficiente, en post del desarrollo de una economía circular consolidada.
En este proceso, la Inteligencia Artificial está cobrando un protagonismo indiscutible.

El entrenamiento y uso de modelos de IA requieren una enorme potencia y energía que se concentra en grandes centros de datos, donde miles de servidores trabajan sin descanso. Cuando estos procesadores funcionan a pleno rendimiento, generan mucho calor, y para evitar que se sobrecalienten, se utilizan sistemas de refrigeración, que a menudo se traducen en enfriamiento por agua.
En consecuencia, actualmente cada consulta a un modelo de IA esconde un coste ambiental importante: el consumo de agua.