El entrenamiento y uso de modelos de IA requieren una enorme potencia y energía que se concentra en grandes centros de datos, donde miles de servidores trabajan sin descanso. Cuando estos procesadores funcionan a pleno rendimiento, generan mucho calor, y para evitar que se sobrecalienten, se utilizan sistemas de refrigeración, que a menudo se traducen en enfriamiento por agua.
En consecuencia, actualmente cada consulta a un modelo de IA esconde un coste ambiental importante: el consumo de agua.