¿Sabes que uno de cuatro pedidos que se realiza por internet se devuelve? ¿Y que el 10% de lo que se devuelve se desecha directamente? ¿Qué ocurre cuando devolvemos una prenda que no nos sienta bien o que, simplemente, no cumple las expectativas que nos habíamos creado viéndola en pantalla? No hay duda de que la compra electrónica exige una gran responsabilidad.