Orientación idónea para optimizar la luz del sol y controlar la temperatura, materiales naturales y locales como viruta de madera, lana o paja y unas construcciones que al terminar su ciclo vital vuelven a integrarse en la naturaleza. Estos son los criterios de la bioconstrucción.
Iñaki Urkia (Tafalla, Navarra, 1962) es uno de sus claros exponentes. Nos hemos acercado a él para que nos hable de casas de paja, de barrios bioclimáticos, de aislamiento natural de las viviendas…
- ¿Qué te hizo acercarte a la arquitectura ecológica y sostenible cuando aún esos términos resultaban desconocidos para la mayoría de la población?
Fue un proceso muy natural. Mi padre era carpintero y mi madre tenía olivos y viñas, así que de pequeño siempre viví en contacto directo con la naturaleza y con elementos naturales. Además, vi el uso que se les podía dar cuando la familia al completo construimos una cabaña de piedra en Pueyo para nuestras abejas.
Lo que en casa hacíamos de forma espontánea se convirtió después en los primeros proyectos que trabajamos en el Grupo Ecologista de Tafalla. Turbinas, molinos de viento… Aquellos eran años de movimientos antinucleares y de búsquedas alternativas de energías renovables.
A la hora de elegir qué estudiar, yo me declinaba más por la biología, pero una vecina me animó a hacer arquitectura porque siempre me ha gustado dibujar. Me pareció buena idea y aquí estoy.
- Enfocaste tu proyecto fin de carrera hacia la arquitectura ecológica y sostenible
Efectivamente. Estaba muy concienciado. En el 84, publiqué junto a mi hermano el libro “Energía hidráulica y eólica práctica”. Fueron años muy bonitos en los que empezábamos a hablar de bioconstrucción, geobiología… Arquitectos de diferentes puntos geográficos nos reuníamos y poníamos en común lo que hacíamos. Aprendimos mucho. El proyecto fin de carrera fue diseñar una granja escuela en “El Vivero “ de Tafalla, donde integré todo lo que en aquel momento sabía.
- Y ahora sigues por esa senda, porque tu actividad profesional se centra en la bioconstrucción y trabajas tanto para la administración pública como para la clientela privada.
Sí, hemos hecho el Lorenea de Noáin, el camping de Arbizu y el albergue Agotzenea de Zubiri. Siendo alcalde de Bigüézal colaboré también en los trabajos forestales de suministro de madera para la construcción del edificio del Gaztetxe de Berriozar , que se hizo con paja y madera y que lo diseñaron Javier Esquisabel y Fernando Martínez. Luego me ha tocado hacer el Caracol de Slow Food en la Granja escuela de Lizaso, con un curso largo de bioconstrucción.
Ahora estoy trabajando en un proyecto de una casica en Ilurdoz, y hemos hecho alguna vivienda en Zorokain, una miniquesería en Lizaso y dos cabañas en árboles en Villanueva de Arce.
- Pero no sólo construyes. También impartes formación.
Sí. Cada vez hay más gente que quiere aprender estas técnicas para construirse sus propias viviendas. Es una buena vía y, además, la administración se está involucrando. Por ejemplo, la construcción del Caracol de la granja escuela de Lizaso fue posible gracias a la iniciativa privada y pública.
Aunque también he de admitir que, por lo general, los proyectos que se han quedado en la mesa sin realizar han sido los de la administración. Normal. Es muy pesada y mucho menos ágil si se la compara con el colectivo de particulares que asume riesgos y se ajusta a los precios. La prioridad en este caso es la calidad de vida.
Que las formaciones aumenten tampoco es raro. Si la construcción de una casa de este tipo la hace una empresa, sale por 1000 euros el metro cuadrado, mientras si se la hace cada cual en autoconstrucción sale por 600 euros, aproximadamente. El ahorro es considerable, aunque claro, para meterte en un proyecto así se necesita emplear uno o dos años.
- ¿Qué características tienen estas casas que enseñas a hacer?
Son muy fáciles de mantener. Son frescas en verano y calentitas en invierno. Eso es gracias al aislamiento que conseguimos a través de la paja. El precio de este aislante es mucho más bajo que el de un aislante industrial, por lo que el costo de la construcción total también es más asequible. Este aislamiento repercute también en la calefacción, que no exige ni mil kilos de leña al año, así que ahí también encontramos un importante ahorro.
Lo mismo ocurre con la madera que se emplea en su construcción. Apenas está elaborada y llega siempre de lugares cercanos, de las serrerías del entorno. De esta manera se protege el negocio local y el producto que se utiliza es de km 0, por lo que la huella de carbono es negativa… Una casa de paja , madera y cal se comporta como un sumidero de carbono.
Además, cuando el ciclo de vida de la casa termina, se convierte en comida para las ovejas o en compost. Y eso hay que tenerlo en cuenta.
O sea, se utilizan en la construcción unos materiales de calidades excelentes (en el último congreso europeo de bioconstrucción celebrado en Valencia comentaron que la paja es el material de construcción mejor valorado), pero sin dañar a la naturaleza.
- Mencionas el ciclo de vida de las construcciones. En el cuento de los tres cerditos la casa de paja era la que antes volaba. ¿En la realidad ocurre lo mismo?
Jajajaja. No, no. Desde el tiempo de los neardenthales se utiliza la paja para construir. A veces sola, otras mezclada con tierra. El uso de la paja como ladrillo surgió a principios del s.xx en Nebraska (E.E.U.U), porque allí no tenían buena madera. Y algunas de aquellas casas, que ya tienen 120 años, están en perfecto estado y aún siguen utilizándose. Ningún bloque de pisos de hormigón armado da garantías después de pasados 50 años… Siempre hay que repararlo pasado ese plazo.
- ¿Qué diferencia hay entre las passivhaus y las casas de bioconstrucción?
Nosotros, entre bromas, hablamos de las passivhaus y las pajihaus. La diferencia principal es el sistema de ventilación. Se puede decir que en las casas de paja hay menos pérdida de calor y que la ventilación se produce de manera natural.
El Gobierno de Navarra exige una buena ventilación y una buena calidad del aire en las normas de habitabilidad. Las passivhaus, al estar la ventilación hecha de forma mecánica, cuenta con un aire filtrado, sin iones negativos necesarios para la vida y con concentraciones de CO2 de hasta 1,5%, cuando lo normal es no pasar de 0,5%.
Cada vez la normativa de aislamiento térmico es más exigente. Eso es una ventaja para la bioconstrucción, porque lo que siempre hemos por convicción, ahora tiene un amparo legal.
- ¿Se puede decir que Navarra ha sido pionera en la bioconstrucción?
Lo que se puede asegurar es que Navarra cuenta con una naturaleza privilegiada. En muchos valles de montaña la densidad de población es menor que la de Alaska, así que tenemos terreno para hacer casas respetuosas con el medio ambiente.
Además, tenemos buena madera, buena paja y buena cal. No nos falta de nada.
La rehabilitación con criterios de Bioconstrucción cada vez es más valorada. Tenemos un patrimonio precioso de arquitectura popular a cuidar y mejorar.
Por otra parte, la administración pública ha empezado a apostar por la construcción de barrios bioclimáticos, con criterios para aprovechar la energía solar. En Sarriguren, por ejemplo, lo intentó, aunque luego el resultado no fuera tan bueno como se esperaba. Ha primado demasiado el urbanismo convencional para que quedara mejor en la foto.
En Zaragoza han andado más atinados. El parque Goya y el barrio Valdespartera son buenos ejemplos de contruccion bioclimática a nivel urbano.
Con estas reflexiones dejamos a este arquitecto para que le hinque el diente a nuevos planos de nuevas construcciones, sin duda un trabajo que le apasiona y al que le ha dotado de un valor añadido. Nos vamos con nuevos conceptos aprendidos y con el convencimiento de que la bioconstrucción no es una moda, sino un modo de entender la relación con el medio ambiente.
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