«La Economía Circular no es una moda, es un sistema que se irá implantando gradualmente, ya que es la única opción de desarrollo a medio-largo plazo». Esta frase tan tajante surge de la conversación de este blog con dos expertas en Economía Circular, Ana Carmen Irigalba y Montse Guerrero, con las que hemos tenido un largo encuentro que os vamos a contar en dos post.
En este primero, haremos una introducción a los conceptos más generales del sistema.
En el siguiente, nos centraremos en conocer cómo nos afecta como ciudadanos, qué beneficios nos aporta y qué es necesario para su implementación en todos los niveles de la sociedad.
- ¿Qué es la economía circular?
Es el planteamiento de un nuevo sistema económico que se basa en asimilar los procesos productivos a los procesos naturales, en los que todos los recursos son recirculados de forma ilimitada y donde no existe el concepto de residuo, ya que todo residuo de una parte del sistema representa un recurso para otra parte. Es, por tanto, la respuesta del sector industrial al reto del desarrollo sostenible.
Hasta el momento el sistema industrial actual se ha caracterizado por ser un sistema lineal, basado en extraer, producir y tirar. La extracción de materias primas ser realiza de forma masificada, éstas son transformadas en productos a través de procesos industriales intensivos y una vez los productos son utilizados o consumidos son considerados residuos y se gestionan como tales, llevándolos a vertederos o, en el mejor de los casos, siendo reciclados en nuevos productos. Todo este sistema industrial conlleva una serie de impactos sociales, ambientales y económicos que si bien han permitido el desarrollo de la sociedad hasta como la conocemos hoy, la situación ha llegado a un límite que obliga a una reflexión profunda sobre esta forma de hacer las cosas.
Ya desde la revolución industrial hasta nuestros días, ha habido un intento importante de mitigación de impactos, pero durante estos últimos años no hemos conseguido hacer las cosas bien, sino más bien hacerlas “menos mal”. No se puede mejorar sobre la base de algo que se hace mal.
- ¿Cuáles son sus principos?
La Economía Circular aporta un cambio sistémico profundo que se articula en 5 principios fundamentales:
- Residuo = alimento. Al igual que en la naturaleza, todo producto debe ser diseñado para ser devuelto indefinidamente a la naturaleza (nutrientes biológicos) o a las fábricas (nutrientes técnicos), con el objetivo de preservar al máximo el valor de la materia.
- Uso de la Energía Solar corriente: es la única fuente de energía realmente renovable y sostenible. Los combustibles fósiles en cualquiera de sus formas no son viables a medio y/o largo plazo y su uso genera unos impactos (cambio climático) que nos empobrece como sociedad y como planeta.
- Celebrar la Diversidad: Todo producto se debe diseñar buscando aumentar la diversidad en todos sus aspectos. Como en la naturaleza los sistemas diversos, más complejos con numerosas conexiones entre sí, son más resistentes y resilientes.
- Pensamiento sistémico: Todo proceso productivo interactúa, afecta y se ve influenciado por otros procesos, por el medio ambiente, y por el entorno social.
- Los precios deben decir la verdad: para lograr un uso racional de los recursos, su precio debe reflejar su coste real, costes de proceso completo e incluyendo sus externalidades. Cuando los precios son reales y completos las reglas del juego de mercado son justas.
Los tres primeros principios aluden a los fundamentos del Cradle to Cradle®[1] (de la cuna a la cuna) que aporta la base técnica y de proceso industrial a la Economía Circular. Los otros dos, hacen referencia a la Economía Circular como sistema económico global, que relaciona los procesos productivos con las personas y el valor económico de los bienes. Se trata de que todo lo que salga de mi proceso sea mejor que lo que entra, o lo que es lo mismo: diseñar en la abundancia, como lo haría la propia naturaleza.
- ¿Diseñar en la abundancia?, ¡no es un término que suene políticamente correcto!
Diseñar en la abundancia se concreta en planificar, desde el momento del diseño, cada una de las partes y piezas con el fin de que se puedan desensamblar para reparar, reutilizar, remanufacturar, y lo último reciclar en un nuevo producto, sustituyendo además las materias primas vírgenes por materiales reciclados y reciclables. Es decir, no pensar en un producto que impacte poco, sino un producto que mejore la realidad actual.
El sistema lineal actual no permite la reparación o remanufacturación de los bienes técnicos, ya que el gestor de los residuos en pocos o en ningún caso está conectado con los productores de los mismos. Para poder garantizar esas fases sería necesario poder devolver el producto al productor, de manera que las partes aún útiles se pueda reaprovechar en las propias líneas de producción del bien, aportando una reducción en el uso de materias primas y eliminando esas piezas de la línea de gestión de residuos. ¿Tiene sentido que un material que cada vez es más caro no pueda ser recuperado por el propio fabricante para usarlo en sus nuevos productos? Cuándo se estropea una lavadora, lavavajillas, lámpara,… cualquier producto ¿no debería el fabricante poder recuperarlo y reparar únicamente la pieza que se ha haya estropeado?
- Pero ¿cómo conseguir que los productos aún servibles o valorizables vuelvan a la líneas de producción sin pasar por su gestión como residuo?
La principal palanca de cambio será la economía funcional (economía de servicios): es decir, la sustitución de la oferta de productos y bienes por la del servicio de los mismos, lo que permitirá el retorno de los bienes al productor cuando éste es el responsable de todo el ciclo de vida de ese bien. El propio productor podría ofrecer lavados, en vez de vender lavadoras, garantizando el servicio con la sustitución o recogida de equipos poco eficientes, o en mal estado, recuperándolos para su propia refabricación y cerrando así el círculo de los bienes técnicos. Un servicio que para la fotocopiadoras profesionales ya está en funcionamiento, y que se podría extender a todos los bienes de que disponemos: servicio de telefonía e internet (móviles), servicio de movilidad (coche), servicio de iluminación (bombillas), servicio de lavado de ropa, vajilla, aspirado,….y un sin fin de servicios, de los que deseamos seguir disfrutando pero sin necesidad de poseer el bien o electrodoméstico.
En el caso de los bienes consumibles, como la alimentación, siempre nos queda una parte del producto, generalmente el packaging, como residuo doméstico. En estos casos se debería volver a fomentar el servicio de recuperación de envases, o bien iniciar la introducción de envases biodegradables compostables. En el caso de los restos de alimentos, orgánicos, se debe garantizar su retorno al medio como nutriente a través de procesos de compostaje domésticos o industriales, cerrando el círculo de los nutrientes biológicos.
- Son en todo caso medidas que ya se hacían en el pasado, ¿por qué no hoy en día?
Los bajos precios de las materias primas y de la gestión de los residuos, los cuales no tienen en consideración las externalidades de su procesos, como son los impactos ambientales (quién paga por el agotamiento de esos recursos, por la contaminación generada en explotaciones en países sin legislación ambiental, …) , los impactos sociales (bajo o nulos sueldos de los que trabajan en ellos), la fuga de residuos a terceros países….hicieron inviable económicamente los sistemas de retorno. Sin embargo, esta situación está cambiando, lo cual va a impulsar la necesidad de recuperación de materiales por parte de los productores.
- ¿Qué aspectos normativos, económicos, etc. creéis que son necesarios para que este tipo de economía vaya tomando más peso?
Para estimular la economía circular se necesita de un amplio apoyo político a escala europea, nacional, regional y local, acompañado de una modificación sustancial de la normativa actual. Europa ya está trabajando en esta línea a través de la publicación del paquete normativo de Economía Circular, pendiente de su definición definitiva y aprobación a finales de 2015. Para ello ha abierto una consulta pública[5] (únicamente disponible en inglés), en la que pueden participar toda la ciudadanía, organizaciones y autoridades públicas hasta el 20 de agosto de 2015. En ese paquete se van a modificar las directivas sobre gestión de residuos, niveles de reciclaje y reciclabilidad de los materiales. Estas deberán ir de la mano de la definición de medidas de apoyo fiscal a la circularidad y a la definición de nuevos nichos de mercado basados en la oferta de servicios frente a la venta de bienes. Y obviamente, se debe iniciar la desincentivación del uso de materiales y fuentes no renovables y del depósito en vertedero. Se ha llegado a hablar de convertir el Mercado Común en el concepto de Mercado Común de Recursos[2], donde se podría maximizar el compartir y equilibrar los recursos entre los diferentes países miembros, dinamizaría la circularidad en Europa.
Pero el mayor cambio deberá venir del apoyo social. El poder del consumidor es el que va a ejercer una mayor presión en el sistema para que se acelere la circularidad, y la implicación del resto de sectores sociales, como la comunidad educativa e investigadora, agentes sociales y organizaciones empresariales. Es necesario un trabajo colectivo y colaborativo para que los deseos de las sociedad se hagan realidad en nuevos procesos productivos más circulares, generando los cambios sociales necesarios a través de herramientas como las que ofrece la Innovación Social.
Del papel de la sociedad, hablaremos en un próximo post, hasta entonces os dejamos con alguna lectura adicional sobre el tema.
[1] Cradle to cradle. Remaking the way we make things. Michael Braungart y William McDonough. www.c2ccertified.org
[2] From Niche to Norm. Suggestions by the Group of Experts on a “Systemic Approach to Eco-Innovation to achieve a low-carbon, Circular Economy”. European Commission. Directorate-General for Research and Innovation.
[3] From Niche to Norm. Suggestions by the Group of Experts on a “Systemic Approach to Eco-Innovation to achieve a low-carbon, Circular Economy”. European Commission. Directorate-General for Research and Innovation.
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