¿Recordáis cuando la activista medioambiental Greta Thunberg cruzó el Atlántico en el catamarán La Vagabonde para asistir a la COP25? Antes, había hecho lo mismo para acudir a la cumbre que se celebró en Nueva York. Con estas acciones ha despertado la conciencia de que quizá debamos movernos de otra manera.
Según el informe Transport-related CO2 Emissions of the Tourism Sector de la Organización Mundial del Turismo (UNWTO, por sus siglas en inglés), el avión es el tipo de transporte que más emisiones de CO2 envía a la atmósfera. Además, no sólo contribuye a aumentar las emisiones, sino que empeora la calidad del aire en el planeta.
En este marco nos topamos con un país como Francia que pretende reducir sus emisiones en un 40% de los niveles de 1990 para 2030. Viendo que los viajes en avión emiten una media de 77 veces más de dióxido de carbono por pasajero que los viajes en tren, el país galo ha decidido prohibir los vuelos de corta distancia a través de un proyecto de ley que prohíbe los vuelos regionales que puedan ser sustituidos por un viaje en tren de menos de dos horas y media.
La medida ha sido aprobada por la Asamblea Nacional del país y ahora tiene que ser aprobada por el Senado francés, para después volver a la cámara baja para una votación final.
Si saliera adelante, se aplicaría a cinco de las 108 rutas nacionales de Francia: de París Orly a Burdeos, Lyon, Nantes y Rennes y de Lyon a Marsella. Los vuelos desde París Charles de Gaulle no se verían afectados.
Pero la medida llega en un momento crítico para la industria de la aviación que, a causa de la pandemia provocada por la covid, ha perdido una gran parte de su cota de mercado. Por eso, varias voces expertas afirman que este no es el mejor momento para limitar los vuelos. A su vez, el sector ecologista la considera insuficiente y exige prohibir los vuelos con conexiones de tren de menos de cuatro horas.
A esta polémica además se le suma la circunstancia de que, el mismo gobierno que ahora defiende este proyecto de ley, anunció recientemente que duplicará su participación en Air France con una recapitalización por valor de 4.000 millones de euros.
Está claro que no es fácil mantener el equilibrio. Para combatir el cambio climático es necesario reducir las emisiones, pero ¿será esto posible sin que sectores como el del turismo, tan importante para la economía de muchos países, se vean perjudicados?
De momento, Francia sigue estudiando nuevas medidas como la prohibición de la construcción de nuevos aeropuertos y la ampliación de los existentes.
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