Pamplona está considerada como una ciudad verde, donde abunda la vegetación. Actualmente son muchos los pulmones que tiene la ciudad. Sin embargo, tal y como nos cuenta Mikel Belasko, a lo largo de su historia, no siempre fue así.
Hablar con Mikel Belasko siempre supone abrir una ventana a la historia y a paisajes olvidados que explican los actuales. Este experto en toponimia, es autor de varios libros y artículos de prensa, colaborador de medios de comunicación e instituciones, y, sobre todo, un amante de la lengua y de los secretos que alberga.
Con él entendemos la importancia que ha tenido la vegetación, o la falta de ella, en la toponimia de la capital navarra. Y así nos enteramos de que, campo de batalla de muchas guerras, durante mucho tiempo Pamplona no tuvo bosques cerca del casco urbano, para así evitar que el enemigo se cobijara en él.
Un ejemplo es el parque de la Taconera. Su nombre aparece ya publicado en 1276, después de que se talaran todos los árboles de la zona y sólo quedaran los tocones. “No fue hasta el siglo XVII cuando volvieron los árboles a ocupar el parque”.
Los posteriores intentos de reforestación dieron lugar al Bosquecillo, situado actualmente dentro de este parque. Alberga varios árboles singulares de la ciudad: una sófora, un acebo, un alianto, un fresno…
Y saliendo del centro histórico, nos topamos con varios barrios de nombres botánicos.
Arrosadía (nombre que data del año 1489) parece hacer alusión a la rosaleda que ocupaba el lugar.
Mendillorri (1192) es la unión de dos palabras, mendi (monte) + elorri (espino), abundante en aquella loma. En este video descubrirá más curiosidades referentes al paseo botánico que hay en este barrio.
Espinar o lugar de espinos también lo era Aranzadi (1291) y Beloso (1177).
Lezkairu, lugar donde abundaban las aneas, otro tipo de planta. Esta zona también fue conocida como Soto, lugar idóneo para el pastoreo cuando dejó de ser arboleda. Esa denominación era muy importante en la época, ya que los ganaderos no tenían permiso para llevar a sus rebaños a pacer fuera de los mencionados sotos.
Con todo, el único lugar en el que se conservan los ejemplares arbóreos más antiguos es en el monte San Cristóbal o Ezkaba. “Tradicionalmente ha sido considerado el bosque de la ciudad. Tanto es así que en Villava encontramos la calle Oianpea, que quiere decir “debajo del bosque”, haciendo referencia a la ubicación de esta localidad”.
Mikel nos ha brindado una visión de la ciudad. Nos ha explicado algunas curiosidades de la toponimia de Pamplona que nos habla de bosques y arbustos, de pastoreo y de tala de árboles… en definitiva, de la historia de la ciudad y de sus habitantes. Una perspectiva diferente que nos hace viajar a un tiempo en el que la naturaleza estaba muy presente en la urbe, que en realidad, no era tan urbe.
*Foto portada: Pamplona 1956, «Historia del abastecimiento», David Alegría Suescun: http://www.mcp.es/sites/default/files/basicpage/historia_del_abastecimiento_1.pdf
Deja una respuesta