El 7 de septiembre del 2023 el agua llegó, en apenas diez minutos, hasta las cerraduras de los hogares de Metamorfósi, un pequeño municipio griego de Tesalia.
Las predicciones no se equivocaron y la tormenta Daniel hizo que en dos días lloviera la misma cantidad que cae en Inglaterra en todo un año. Murieron dos personas y se produjeron daños materiales por valor de más de cuatro millones de euros.
No era la primera vez. En 1953, en 1994 y en 2000 la zona también sufrió la devastadora acción del agua.
Cultivos de algodón perdidos, casas destrozadas, negocios arruinados y siempre la amenaza de que puede volver a ocurrir. El cambio climático está provocando fenómenos climatológicos extremos que asolan el territorio.
Ante esta situación, los habitantes de Metamorfósi supieron que tenían que tomar medidas y dos meses después del último desastre convocaron un referéndum para decidir si había que trasladar el pueblo a una ubicación más segura.
El resultado fue abrumadoramente a favor.
Eso sí, la comunidad pidió que el nuevo enclave estuviera cerca, para que les fuera posible mantener sus propiedades agrícolas, su modo de vida y su identidad cultural.
Las obras ya han comenzado. El nuevo pueblo estará ubicado a seis kilómetros del actual, en el municipio de Palamás. Allí no hay peligro de inundaciones ni de terremotos.
Se prevé que el traslado pueda hacerse en dos años. Será entonces cuando los habitantes de Metamorfósi se conviertan en los primeros climigrantes o migrantes climáticos de Europa.
¿Serán los últimos? El caso de Metamorfósi ha generado un amplio debate a nivel sobre la necesidad de tomar medidas urgentes para mitigar el cambio climático y ayudar a las comunidades vulnerables a adaptarse a sus impactos.
Y es parece que la migración climática se va a convertir en un fenómeno cada vez más común, a medida que el cambio climático intensifica eventos extremos como sequías, inundaciones y aumento del nivel del mar.
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