Cada año se descubren miles de nuevas especies animales o vegetales y con estos hallazgos comienza un proceso de investigación costosa para caracterizarlas y estudiar sus hábitats. Con el objeto de evitar que el aspecto económico limite este trabajo de descripción -taxonomía- la iniciativa BIOPAT (Patrons for Biodiversity) ofrece a cualquier persona interesada la posibilidad de poner su nombre al nuevo hallazgo.
El coste de apadrinamiento es de 2.600 euros. Gracias a él, se pueden subvencionar los estudios posteriores en relación a la nueva especie encontrada y las acciones de conservación de la naturaleza en el país donde se realiza el hallazgo.
Hasta el momento, BIOPAT ha bautizado casi 200 nuevas especies de las más de 20.000 que se descubren anualmente. Detrás del proyecto se encuentran los investigadores Frank Glaw y Jörn Köhler quienes a su vez pusieron en marcha la idea inicial de Gerhard Haszprumar. En la actualidad cuentan con el apoyo de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ).
Varios institutos y museos de ciencias naturales alemanes respaldan esta iniciativa. Todos coinciden en la necesidad de buscar fondos privados ante la falta de soporte público para realizar las labores de investigación y la catalogación de nuevas especies. De hecho, otros organismos medioambientales internacionales como la Wildlife Conservation Society o el Instituto Scripps de Oceanografía utilizan, también, esta forma de financiación.
No obstante, la actividad tiene sus detractores por la mercantilización del uso de nombres científicos que supone y por la falta de rigor científico que algunos presuponen. Otras voces, por el contrario, la aprueban como una forma de poner el foco en la importancia de conservar y conocer la biodiversidad del planeta.
Lo que BIOPAT responde a unos y a otros es que “el apoyo financiero privado no lleva necesariamente a una reducción de la calidad científica, siempre y cuando haya mecanismos de control”. En este sentido el proceso de bautismo de una nueva especie se produce a través de un camino muy pautado. Como ellos mismos recogen en la información que ofrecen a los potenciales interesados, cada especie recién descubierta recibe un nombre científico que consta de dos partes: el nombre del género y el nombre de la especie. “El nombre del género es comparable con el nombre de una marca de automóvil, mientras que el nombre de la especie corresponde al modelo particular».
Dentro de los límites acordados internacionalmente, un científico es libre de elegir cualquier nombre que le guste para una especie recién descubierta y es ahí donde BIOPAT puede ejercer su influencia con una propuesta de nombre para la especie. El término propuesto se traducirá después al latín y tendrá que pasar un proceso de aprobación por una revista científica de reconocido prestigio.
Las iniciativas curiosas entorno a la biodiversidad no se limitan a la posibilidad de bautizar una nueva especie. Hay organizaciones, como la Facultad de Ciencias Ambiental y Forestales de la Universidad de Nueva York, que cada año elaboran un listado con las diez especies más llamativas halladas cada año.
Por lo que nos cuentan los fundadores de BIOPAT el catálogo de nuevas especies es inabarcable, ya que se estima que existen en el planeta unos veinte millones de especies de las que sólo están identificadas y nombradas 1,8 millones.
El expresidente norteamericano Obama da nombre a 8 especies animales y la cantante Beyoncé también tiene unido su nombre a los de diferentes especies. En estos casos, el nombre no responde a ninguna cuantía de dinero pagada, sino a la inspiración de los investigadores que descubrieron y “bautizaron” a las respectivas especies.
En la página web de BIOPAT se pueden ver quince especies disponibles para ser rebautizadas. Si eres amante de las violetas, te atraen los gusanos o sientes una especial predilección por las abejas, tienes una oportunidad de grabar tu nombre en la historia de la taxonomía.
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