El textil es la cuarta industria mundial que más materias primas y agua consume, y la quinta en emisión de gases de efecto invernadero. Por delante sólo tiene la industria de la alimentación, la vivienda y el transporte.
Según el último informe de Global Fashion Agenda, cada año se confeccionan 100.000 millones de prendas al año en el mundo y 92 millones de toneladas textiles acaban en los vertederos. De hecho, según datos de la Fundación Ellen MacArthur, cada segundo se quema o entierra en vertederos el equivalente a un camión de residuos textiles.
Sólo acaba reciclándose un 13% de todo lo que se confecciona.
Comprar menos y de una manera más responsable y sostenible, alargar la vida de las prendas y reconvertir las inservibles en otros productos es una buena forma de darle la vuelta a esta situación.
Y hay que tener en cuenta, además, que no sólo se recicla la ropa que está en buenas condiciones, porque el resto también se puede tratar. Las opciones para reciclar el textil van desde depositarlo en contenedores específicos, en Traperos de Emaús, o en tiendas de ropa usada que ofrecen servicio de recogida.
Pero no es suficiente. Hay que hacer algo más y ahora los esfuerzos se han centrado en las empresas productoras de textil
La Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular prohíbe la destrucción de excedentes textiles no vendidos. Además, a partir de enero de 2025, estos excedentes deben tener establecido un sistema de reciclaje, reutilización o valorización. O sea, las empresas ya se han convertido en responsables de la gestión de sus propios residuos textiles.
Ante este panorama, el Instituto Tecnológico del Plástico ha comenzado a trabajar para reducir los residuos textiles un 80%.
Para ello utiliza tecnologías de vanguardia: sensores ópticos, cámaras RGB e hiperespectrales para identificar y clasificar textiles según su composición; y métodos electrostáticos y triboeléctricos para separar partes no textiles (cremalleras, etiquetas, botones).
Con el ánimo de convertir el residuo en materia prima, el Instituto también estudia la eliminación de PVC en los productos textiles, para facilitar su separación. Y, además, examina las posibilidades que ofrece el reciclaje químico de espumas de poliuretano, presente en suelas de calzado o en acolchados. El objetivo es recuperar polioles reutilizables.
Como se ve, la economía circular se ha convertido en el principal propósito de la industria textil. Una industria que poco a poco quiere reformarse y hacer del residuo un recurso.
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Fuentes
https://www.lavanguardia.com/local/20250605/10738378/reto-dar-nueva-vida-tejidos-brl.html
“El reto es conseguir que el textil no llegue a ser un residuo”
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