El asfalto se ha convertido en el enemigo de la naturaleza y, durante mucho tiempo, las ciudades han vivido ignorando los espacios naturales.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, se está comprobando que aumentar los espacios verdes urbanos y conservar la biodiversidad que en ellos se pueda crear tiene un efecto positivo en la ciudadanía, ya que mejora su calidad de vida.

Con este propósito Santander ha emprendido su ambicioso proyecto “Santander, capital natural” en el que ha involucrado al ayuntamiento en colaboración con Seo BirdLife, la asociación Amica, la Fundación para la Investigación de Clima y la Universidad de Cantabria. La Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Democrático (MITECO) apoya la iniciativa.

El proyecto se está desarrollando en la totalidad del municipio, realizando actuaciones de restauración ambiental en áreas naturales degradadas urbanas y periurbanas.

Son muchas las acciones que contempla este plan entre las que se encuentra la creación de una Red de Jardines y Terrazas por la Biodiversidad contribuirán a acoger a la fauna y flora en la ciudad, proporcionando pequeños oasis de refugio y alimento para insectos polinizadores, pequeñas aves, anfibios o reptiles.

Asimismo, la permeabilización y la naturalización de diez mil metros cuadrados de superficie pavimentada, entre ellos los patios de seis escuelas, y la plantación de 25.000 árboles autóctonos en zonas verdes, para alcanzar la ratio que dicta la OMS para respirar un aire de mejor calidad en las ciudades suponen los otros grandes retos de la capitalidad verde que invita a la participación de la ciudadanía a quien considera parte del proyecto a través de los planes y estrategias dirigidas a ella.

La iniciativa también persigue que la relación de la población con la naturaleza sea más cercana y habitual, por lo que trabaja para fomentar la creación de espacios en los que predominen las especies silvestres, de charcas para anfibios, de praderas floridas libres de siega, etc.

Y esa relación se mima de especial forma en el ámbito escolar, ya que, cuando los patios se encuentran naturalizados, no solo pueden albergar una mayor biodiversidad, sino que además, ofrecen recursos de aprendizaje experiencial basados en el contacto con la naturaleza cercana que ayudan al alumnado a interiorizar la necesidad que todo ser humano tiene para con los espacios naturales.

Además, tal y como ocurre en el resto de la ciudad, naturalizar las escuelas contribuye a amabilizar los centros educativos y convertirlos en espacios más habitables y adaptados al cambio climático. Para esta transformación el plan propone un concurso para la naturalización de la escuela, un programa educativo para escuelas de primaria de la ciudad, formación al profesorado y murales sobre biodiversidad.

“Santander, capital natural” se prolongará hasta diciembre de 2025 y, de momento ya ha conseguido plantar 25.649 árboles y arbustos, implantar 196 iniciativas para conseguir los objetivos e involucrar a 5.675 participantes.

Mientras conceptos como “charcas en alquiler”, “minibosque urbano”, “buffet libre para pequeñas aves”, “zona de siega poco frecuente”, “microjardín para polinizadores”, “atención, madera en descomposición”, entre otros, se seguirán convirtiendo en habituales en el paisaje urbano santanderino que ya ha conectado con su lado más verde.

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