En enero de 2024, el Gobierno de Navarra denegaba las dos plantas solares fotovoltaicas que pretendía instalar en Arre una empresa granadina. La razón, su afección al parque fluvial e incompatibilidad urbanística.
En octubre de 2023, la vía judicial emprendida mayoritariamente por las organizaciones medioambientalistas junto con otras acciones que fueron impulsadas por particulares, encontraron respuesta en la sección tercera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), que dictó un goteo de fallos, incluyendo medidas cautelares, que supusieron la paralización de siete proyectos para la instalación de parques eólicos.
En enero de 2022 nació la Plataforma Manifiesto de Burela, en defensa del sector pesquero del Cantábrico-Noroeste. Firmada por una treintena de pescadores se mostraba de acuerdo con que se desarrollaran parques eólicos en el mar, en sintonía con la actividad pesquera del litoral, siempre y cuando esta sintonía no afectara a su actividad pesquera. Por este motivo, consideraba que los parques eólicos marinos no son compatibles con la pesca en la plataforma continental.
¿Qué está pasando?
En palabras de Luis Merino, periodista ambiental y director de la revista Energías Renovables, “algo estamos haciendo mal cuando nadie quiere parques eólicos u otras energías renovables cerca”.
El debate está servido.
“Recuerdo que los primeros proyectos de parques eólicos marinos que se pensaban hacer encima de la plataforma continental provocaron una gran controversia. El sector pesquero se mostraba totalmente en desacuerdo con aquellos proyectos. Desde el punto de vista medioambiental, la comunidad científica aseguraba que los parques y las plataformas eólicas podían actuar incluso como reservas marinas que, probablemente, pudieran asegurar la pesca de hoy y la de mañana, ya que acotaban algunas zonas para dejarlas exentas de la sobreexplotación y la sobrepesca. Sin embargo, aquello entraba en colisión con los intereses de los pescadores, quienes se veían privados de caladeros donde faenar”, explica Merino.
En tierra firme, ocurre algo parecido con la actividad ganadera. La presencia de molinos de viento en ocasiones no es bienvenida por el cambio que supone en el paisaje, en la economía, etc. La galardonada película “As Bestas” reflejaba un caso extremo de esta variedad de puntos de vistas. De hecho, cuando Rodrigo Sorogoyen, su director, recogió el Goya a la Mejor Película se despidió diciendo “Eólica sí, pero no así”, haciendo referencia a los proyectos de parques eólicos en el área de los montes de Sabucedo, en Pontevedra, donde viven los caballos que luego protagonizan en verano la famosa fiesta de Rapa das Bestas.
Sin embargo, en el ámbito doméstico, cada vez son más los hogares que apuestan por paneles solares para generar energía. Tras la derogación del impuesto al Sol, la ciudadanía se lanzó a instalar autoconsumos y a finales del 22 había en España más de 2.507 megavatios de potencia instalada sobre los tejados y cubiertas. Fue el top, porque en 2023 el autoconsumo podría haberse quedado en torno a los 1.700 megavatios de nueva potencia (ver aquí). Pero el interés sigue estando ahí.
Además, entidades e instituciones cada vez se inclinan más por la energía verde. La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, por ejemplo, está desarrollando un plan de abandono de combustibles fósiles para alimentar a sus autobuses y flota de vehículos. Además, utiliza el embalse de Eugi para generar electricidad y las emisiones de gas del vertedero para inyectar energía eléctrica en la red general, además de para generar biometano; su estación depuradora de aguas puede funcionar como una isla energética, gracias a electricidad que genera con sus propios recursos, etc.
Entonces ¿qué pasa? ¿Se puede hablar de una crisis de las renovables? ¿De una reticencia a la instalación de las infraestructuras que requieren para su óptimo funcionamiento? ¿A qué se debe?
“Sobre estos temas estaremos hablando toda la vida –reconoce Merino-. De hecho, en el número 1 de nuestra revista en papel (octubre de 2001) ya nos referíamos al rechazo que provocaba en algunos sectores la instalación de renovables…
Mi punto de vista es que las renovables no están exentas de impactos ambientales. Pero esos impactos son infinitamente menores que los del resto de energías. Por tanto, el balance sale positivo. Hay que instalar renovables.
Lo que no quiere decir que se puedan instalar en cualquier sitio. Hay que cumplir y hacer cumplir rigurosamente la legislación ambiental, que determina dónde sí y dónde no se puede instalar un parque eólico o una planta solar. Y luego, en los trabajos de construcción y operación de esos parques hay que ser igual de riguroso.
Pero, además, es fundamental que este tipo de proyectos se haga con diálogo con las poblaciones donde se van a instalar. Desde el minuto uno. Y que, una vez instalados, las personas que van a convivir con esos parques sientan que también comparten algunos de sus beneficios económicos de manera directa. Si la ciudadanía ve que llega una empresa con un proyecto, lo instalan cerca de su pueblo sin dar ninguna explicación y no recibe ningún beneficio a cambio, tendrán asegurado el rechazo”.
Ante esta situación, está claro que la comunicación ambiental juega un papel determinante. Hay que crear conciencia social y hay que explicar muy bien cuáles son los beneficios e inconvenientes de las energías renovables. ¿Y eso se está haciendo? ¿Cómo se podría mejorar la comunicación y la divulgación ambiental para que haya menos dudas y, sobre todo, más transparencia al respecto?
“Es lo mismo que llevo preguntándome yo toda la vida –reconoce Merino-, desde que empecé a trabajar en periodismo ambiental a finales de la década de los 80.
Hay que hacer un cierto ejercicio de reflexión, y para hacerlo hay que explicar las consecuencias de nuestros actos, de nuestro modo de vida, para llegar a comprender que necesitamos hacer las cosas de otra manera. Está claro que necesitamos pasar a un modelo energético basado sólo en renovables, porque las tecnologías convencionales están provocando serios problemas. Lo que no quiere decir que se puedan instalar las renovables de cualquier modo. Es fundamental insistir en que las ventajas son mucho mayores que los inconvenientes”.
¿Y esto sería aplicable a otras cuestiones medioambientales? El cambio climático, la emergencia climática, la crisis climática son conceptos que se repiten hasta la saciedad y que corren el riesgo de provocar una gran ecoansiedad en una parte de la población y un total pasotismo en otra. ¿No hay un término medio?
“Los cambios que tenemos que hacer en todos los sentidos para vivir de un modo ambientalmente sostenible van a tener determinados costes. Y por eso hay que insistir en los beneficios. Es clave que la gente perciba que esos beneficios también son para ellos, de un modo u otro.
A grandes rasgos, creo que proteger la naturaleza, nuestro entorno, nuestro medio ambiente, es bueno para nosotros, para nuestros hijos y para los que vengan detrás. Es probable que haya mucha gente a la que le cueste entenderlo. Porque están a otras cosas, porque nunca se lo han planteado. Pero a estas alturas no necesitamos grandes reflexiones para entender que la naturaleza, la salud de nuestros ríos y bosques, la salud del parque que tenemos al lado de casa, es vital para nuestra propia salud”.
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