La materia no se destruye, se transforma. Cuando fumamos un cigarro, éste no desaparece, sino que se convierte en cenizas. Podemos continuar con la transformación de esa materia reciclándola en abono para nuestras plantas: una manera sencilla y ecológica de aprovechar estos residuos de tabaco y mantener a nuestras plantas sanas y fuertes.