El poso del café, el brik de la leche, el bote de conservas de las lentejas, los restos de barrer, el envase vacío del detergente para la ropa… Es abrumadora la cantidad de residuos que generamos a diario.
Cuando depositamos una caja de cartón en el contenedor gris, se convierte en un residuo enterrado en el vertedero. Sin embargo, la tecnología ha avanzado y tenemos la suerte de vivir en zonas donde podemos separar nuestras cajas de cartón para convertirlas en nuevos recursos y seguir haciendo girar la rueda para un futuro más sostenible. Tirar una caja de cartón en el lugar correcto… un pequeño gesto con consecuencias trascendentales, ¿no?

Jennifer Uchendu fundó SustyVibes, una organización donde los jóvenes opinan sobre métodos para fomentar la sostenibilidad, y donde se trabaja la adopción de una mayor responsabilidad. Después lanzó el proyecto Eco-Anxiety África (TEAP), que pretende comprender la experiencia de la eco-ansiedad en las poblaciones africanas a través de la investigación y la divulgación, generando conciencia y acciones locales sobre este tema y abriendo el diálogo y los espacios de autocuidado.
La experiencia ha sido tan positiva que Jennifer tiene previsto formar a profesionales para que establezcan espacios similares en Sudáfrica, Ghana y Kenia.

En la actualidad toma especial importancia los esfuerzos que se están realizando en distintos ámbitos para encontrar alternativas a las fuentes de energía clásicas.
Sendoa Florez Palacio es profesor de telecomunicaciones y electrónica, además de un apasionado del campo de la investigación que está explorando las posibilidades que puede ofrecer el hidrógeno.

Mancoeduca y la ikastola Hegoalde participan en un proyecto consistente en la observación y el estudio de golondrinas y vencejos en las inmediaciones del centro, así como en el diseño y puesta en marcha de una campaña de comunicación vecinal para proteger los refugios para estas aves.

Llamamos impropios a los residuos depositados en los contenedores que no corresponden y que contaminan a los depositados correctamente. Su presencia dificulta e incluso imposibilita la recuperación y el reciclaje, con la consiguiente pérdida de recursos y dinero que ello acarrea. La buena separación de origen evita todos estos inconvenientes y ayuda a convertir los desechos en nuevos materiales aprovechables. ¿Vas a dejar pasar esta oportunidad?

En el instituto IES BHI Sarriguren el alumnado de 1º de ESO ha puesto en marcha el programa «Sarri for Future», con el que han creado un Comité Ambiental, un espacio donde han realizado una ecoauditoría del centro, han identificado los principales problemas ambientales y han propuesto soluciones concretas para solventarlos. La iniciativa de IES Sarriguren demuestra que es posible involucrar a los jóvenes en la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales.

El CPEIP Ermitagaña (Navarra) está desarrollando un proyecto ambiental que pretende transformar tanto a la comunidad educativa como a la comunidad vecinal que le rodea.
En ese camino, con ingenio y creatividad ha ido creando lazos de unión con distintos agentes que hacen posible llevar a cabo varias iniciativas de carácter educativo socioambiental.

Se espera que para recuperar el buen estado de los acuíferos tendría que pasar una década o más. Aunque para recuperar el 8% de las masas que presentan un estado crítico se estipula que, por lo menos, tendrá que llegar 2039 o más.
Lo que lo que está en juego es nuestra agua de boca en tiempo de una grave crisis y emergencia climática en la que cada vez hay más sequía y menos recursos hídricos. ¿De verdad nos la vamos a jugar?

La obra de Pablo Palazuelo ha servido de inspiración para que una veintena de menores de entre 5 y 11 años aprendan a convivir con la naturaleza en la que les ha tocado vivir, valorando su cuidado. “El arte, igual que la naturaleza, nos conmueve y este tipo de actividades hace que nos formemos como personas más conscientes de lo que nos rodea”, explica Mar García, coordinadora de Mancoeduca, entidad que junto al Museo de la Universidad de Navarra ha desarrollado esta actividad tan original.

Tradicionalmente, la industria relojera siempre ha recurrido a materiales altamente contaminantes como el cuero, el titanio o el mercurio. Y lo mismo ha ocurrido con la industria joyera, que ha utilizado materias primas con un alto coste medioambiental y humano. Sin embargo, la clientela actual está mejor informada y más sensibilizada, por lo que exige acciones concretas en lo relativo a la sostenibilidad en el proceso de fabricación de estos productos.