El lenguaje está vivo y se adapta al medio. Las nuevas tecnologías, por ejemplo, exigen crear constantemente nomenclaturas para definir conceptos que antes no intuíamos. También los medios de comunicación son fuente de neologismos. En el mundo de la ecología y el medioambiente, por su parte, los nuevos términos también se están abriendo paso y de alguna manera denotan la preocupación creciente de la sociedad acerca de la sostenibilidad, el respeto a la naturaleza, el reciclaje, etc.