¿Sabes que uno de cuatro pedidos que se realiza por internet se devuelve? ¿Y que el 10% de lo que se devuelve se desecha directamente? ¿Qué ocurre cuando devolvemos una prenda que no nos sienta bien o que, simplemente, no cumple las expectativas que nos habíamos creado viéndola en pantalla? No hay duda de que la compra electrónica exige una gran responsabilidad.
El comercio on-line ha experimentado un gran auge y, aunque eso reporta grandes beneficios a nivel de comodidad, también supone un gran perjuicio ambiental: aumento de las emisiones de CO2, dificultades en la movilidad, generación de residuos… Empresas y entidades están intentando minimizar estos efectos adversos, pero no hay duda de que la compra responsable es una de las claves para gestionarlos y controlarlos.