Internet ha revolucionado nuestras vidas. Podemos acceder a todo tipo de información y datos. Para que todo esto sea posible, los centros de datos donde se guardan las fotos, chats y videos que utilizamos, las redes de telecomunicaciones que los transmiten y los dispositivos finales que utilizamos consumen mucha energía y generan más CO2 a la atmósfera del que podíamos pensar.