El cabello humano tiene una relación resistencia-peso comparable al acero. Además, puede soportar una deformación de hasta el 70% antes de romperse. También repele el agua y es biodegradable. La diseñadora neerlandesa Zsofia Kollar vio todo ese potencial y creó una empresa para aprovecharlo como materia prima en la producción textil

Tradicionalmente, la industria relojera siempre ha recurrido a materiales altamente contaminantes como el cuero, el titanio o el mercurio. Y lo mismo ha ocurrido con la industria joyera, que ha utilizado materias primas con un alto coste medioambiental y humano. Sin embargo, la clientela actual está mejor informada y más sensibilizada, por lo que exige acciones concretas en lo relativo a la sostenibilidad en el proceso de fabricación de estos productos.