Desde tiempos prehistóricos los pastores trashumantes se han dedicado a llevar a sus rebaños a zonas bajas para beneficiarse de climas más templados y alimentar a los animales de forma natural durante el invierno, y regresar en primavera a los pastos finos de montaña.
Sin embargo, los sistemas ganaderos tradicionales, el abandono de las actividades rurales, el cambio climático y otros factores están haciendo desparecer esta práctica.
¿Merece la pena conservarla?