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“Tanto en el teatro como en el cuidado del medioambiente, todos somos espectadores y actores al mismo tiempo”

Desde que en 1989 surgiera Gus Marionetas Susana Pellicer y Fernando Arregui han convertido su teatro de títeres en una herramienta de sensibilización y de transmisión de mensajes. El cuidado del medioambiente es uno de sus temas más recurrentes porque, tal y como explica Fernando, “la situación nos indica que no vamos por buen camino”. Desde el escenario y desde los talleres de reciclaje Gus Marionetas intenta transmitir el mensaje de que “el Teatro es algo vivo, que respira con las creaciones de los artistas y la mirada de los espectadores. Algo parecido ocurre con el medio ambiente”.

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En 1989 Susana Pellicer y Fernando Arregui fundaron la compañía Gus Marionetas, un proyecto en el que no sólo trabajaban la creación de marionetas, sino una nueva manera de contar historias.

Desde entonces, han viajado por escenarios de toda la península y han participado en Circuitos Escénicos de las distintas Comunidades (Castilla y León, Madrid, Asturias, Valencia, Aragón, Andalucía), en festivales (Fetén-Asturias, Islas Baleares, Lleida Málaga, Alicante, Bilbao, etc.), Salones del Libro (A Coruña, Córdoba, Feria del Libro de Madrid, etc. ) y otros eventos (Círculo de Bellas Artes de Madrid, Centro Cultural de la Villa de Madrid, La Casa Encendida, Madrid, Museo Guggenheim, Bilbao, Quincena musical de Donosita, Día Europeo de la Música, Madrid, Juvenalia, etc). 

También han realizado alguna incursión internacional (festival Katowice-Polonia, Taza-Marruecos y Hendaye) y colaborado en proyectos educativos (colección de videos Las Aventuras de Kalz y Tin) y socio-deportivos (vídeo promocional de Korrika 9 y realización de las Mascotas de Osasuna).

Con semejante curriculum, que una entidad como la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona les encargara, en otoño de 2019, la creación de una marioneta con forma de retrete para utilizarla en las actividades de sensibilización programadas para conmemorar el Día Mundial del Retrete, fue algo inesperado y al mismo tiempo, motivador.

 “No hay duda de que fue un reto –recuerda Fernando con una sonrisa-. No nos habíamos enfrentado nunca a una premisa así, a dar vida como personaje animado a un retrete. En nuestros espectáculos la animación de objetos era algo habitual, pero animar un retrete estaba un poco lejos de nuestra mirada. 

El primer paso fue crear varios modelos a pequeña escala y buscar una imagen simpática, amable, agradable. Después, creamos el personaje a tamaño real y fuimos buscando su movimiento. Entonces vimos que funcionaba incluso mejor de lo esperado, que era muy expresivo. Para completar la puesta en escena construimos unos elementos de atrezzo: un sombrero que se levantaba cada vez que se tiraba de la cadena, una escobilla de baño que se ponía a bailar mientras cantaba “Retreto” (nombre que le pusimos a la marioneta), etc.

La guinda llegó cuando recibimos la canción. El excelente trabajo del letrista Sergio Salinas y el ritmo divertido y pegadizo ayudaron al resultado final. Los niños aprendieron enseguida el estribillo de “Sólo como pipí, popó, papel”. Fue muy divertido”.

No fue este el único trabajo que ha realizado la compañía con temática de sensibilización medioambiental. “El sueño de Cleta” fue su primer espectáculo dedicado a la difusión de la necesidad del respeto por el medio ambiente. “Obviamente, nos motivaba la preocupación por una situación que nos indica que no vamos por buen camino – prosigue Fernando Arregui-. Hay personas que nacen sensibilizadas con el entorno y otras que no. Esas segundas son las que tienen que aprender, y cuanto antes lo hagan, mejor para todos. Por eso, dirigimos a los más pequeños nuestro espectáculo. Y es que el teatro, además de entretener, se convierte en un buen medio para la transmisión de mensajes. Puede proporcionar recursos educativos eficaces y complementarios a los del aula”. 

La compañía no sólo pone sus conocimientos representativos al servicio de la sensibilización medioambiental. También acerca la parte plástica del teatro de títeres al alumnado que acude a sus talleres. “Al principio impartíamos diversos talleres de creación de títeres por encargo en diferentes programaciones culturales. Pero luego nos planteamos crear el nuestro propio.  La premisa inicial fue la sencillez, de modo que todas las personas pudieran acercarse a esta experiencia creativa, construir un títere y “convertirlo” en personaje escénico a través de la voz, del movimiento y de la historia que contaba.

Más adelante, al hilo del espectáculo El sueño de Cleta, quisimos profundizar más en la idea del respeto por el medio ambiente a través del reciclaje. De ahí surgió el formato de taller de títeres en el que la mayoría de los materiales eran “no comprados”, sino reciclados (a excepción de algo de pegamento y algún otro detalle). Lo que pretendíamos era proponer a los talleristas una nueva mirada encaminada a la búsqueda de esos segundos usos que muchos materiales cotidianos nos pueden proporcionar. En definitiva, un acercamiento al reciclaje”. 

Uno de esos talleres fue impartido a la asociación ASORNA (Asociación de Personas Sordas de Navarra) en febrero de 2014. “Preparamos un vocabulario básico de colores, herramientas y nombres de los animales que se iban a crear. Una intérprete de la asociación nos ayudó. Y después preparamos una representación de El sueño de Cleta con dos intérpretes de lengua de signos. Normalmente esta clase de espectáculos suele hacerse traduciendo todos los diálogos por parte de los intérpretes, pero nosotros conseguimos que los intérpretes pudieran dialogar como los personajes”.

Y con estos recuerdos dejamos a Fernando seguir trabajando en su próximo proyecto, una colaboración con el dramaturgo, director y marionetista mexicano Emmanuel Márquez para la creación de un fragmento de un espectáculo dirigido a todos los públicos, en el que participan varias compañías y que se estrenará en el Festival Internacional de Títeres de Tolosa en 2021. 

Pero antes de despedirnos nos dice que es muy importante recordar que los cambios sociales los generamos las personas, no las políticas. Que la responsabilidad es un valor individual primero, que unida a otras responsabilidades se convierte en un valor colectivo, social. Y que la protección del medio ambiente, al igual que el teatro, necesita actores, protagonistas que día a día en su cotidianidad, reciten-reciclen, cuiden sus escenarios particulares, para conseguir unos entornos vivos, que además de salud nos aporten belleza y equilibrio. 

“Las salas de teatro no las llenan las instituciones, sino los espectadores. El Teatro es algo vivo, que respira con las creaciones de los artistas y la mirada de los espectadores. Algo parecido ocurre con el medio ambiente. El medio ambiente, para su conservación, también necesita nuestra mirada, nuestra voz, nuestras manos. Todos somos espectadores y actores al mismo tiempo; en todo momento y todos los días”. 

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