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Activismo medioambiental frente a cambio climático

En una comunidad nómada de Chad se ha alzado la voz de Hindou Oumarou Ibrahim, activista medioambiental que ve cómo el cambio climático transforma su realidad. Geógrafa de profesión, ha unido la tecnología, la ciencia y los conocimientos ancestrales que tenía a su alcance y ha puesto en marcha un proceso participativo para que integrantes de su comunidad conforman mapas y maquetas 3D donde indicar en qué lugares se encuentran los mejores pastos, árboles frutales y plantas medicinales.
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El 28 de enero se celebra el Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre, también llamado Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2. Tal y como comentábamos en un post anterior, su objetivo es crear mayor conciencia entre la ciudadanía del grave peligro que representa el cambio climático para el medio ambiente y todos los seres humanos.

La cuestión del cambio climático está en boca de todos. Nuestro planeta ha sufrido un cambio de este tipo cíclicamente, tanto por los acontecimientos naturales como por el movimiento de las placas tectónicas, u otros factores. Sin embargo, la comunidad científica coincide en afirmar que el cambio actual se está produciendo por la influencia humana.

Aunque el cambio climático afecta a todo el mundo, en algunos lugares se perciben más sus efectos que en otros. Por ejemplo, en el país africano de Chad el pueblo mbororo es nómada. Todos los años se mueve de aquí para allá en busca de los mejores pastos para el ganado. Pero, en los últimos años, se está viendo afectado por la drástica reducción del lago Chad, una de las principales fuentes de agua del colectivo y de sus animales.

Entre sus integrantes se encuentra Hindou Oumarou Ibrahim, una activista medioambiental y geógrafa nacida en 1984. Coordinadora de la Asociación de Mujeres y Pueblos Autóctonos del Chad (AFPAT), es además codirectora de la Iniciativa Mundial de los Pueblos Indígenas de la COP21, COP22 y COP23.

De joven tuvo que sufrir la exclusión entre sus compañeros y compañeras de escuela por el simple hecho de ser indígena. Sin embargo, su ánimo nunca decayó por considerarse una persona privilegiada, ya que las mujeres mbororas no tenían nada fácil acceder a la educación.

Movida por esa realidad, a los 15 años fundó la asociación Asociación de Mujeres y Pueblos Autóctonos del Chad. Su objetivo era proteger y promover los derechos de las niñas y mujeres del entorno. La organización obtuvo la licencia oficial en 2005 y desde entonces ha participado en numerosas jornadas internacionales sobre clima, desarrollo sostenible, biodiversidad y protección del medio ambiente.

Mujeres, clima, medio ambiente… qué mezcla ¿no? Sin embargo, en este caso todo viene a ser lo mismo. Hindou vio que en su cultura nadie miraba el sueldo para afrontar la vida, sino la lluvia, el pasto y los animales. En la naturaleza encontraban todo lo que necesitaban: alimentación, medicinas, educación, paz… Y también vio que esos recursos escaseaban, principalmente por el cambio climático y sus efectos. A menudo los hombres se veían obligados a ir a trabajar a la ciudad para dar de comer a sus familias, después de comprobar que los pastos menguaban y no eran suficientes para mantener los rebaños sanos y abundantes. Algunos de ellos incluso emigraban a Europa, aunque con ello tuvieran que arriesgar su vida.

En vista de ello, Hindou unió la tecnología, la ciencia y los conocimientos ancestrales que tenía a su alcance, y comenzó a elaborar mapas y maquetas 3D. En ellas colocó pozos de agua y manantiales, árboles frutales, corredores por donde pasaban los animales, etc.

Y aún fue más allá, ya que puso en marcha un proceso participativo para aglutinar y gestionar, entre los hombres y mujeres de la zona, los recursos que la naturaleza ofrece en cada lugar y de esa manera completar los mapas cartográficos de los que disponían. De esta manera consiguió que su comunidad fuera consciente de lo ricos que eran los pastos, los ríos y su forma de vida. Y además logró que las mujeres mbororo pasaran a primera línea.

Hasta entonces, mientras los hombres hablaban, las mujeres debían permanecer siempre detrás, imposibilitadas de tomar decisiones. Pero, gracias al proyecto de Hindou, recuperaron la voz. Ocurrió en las reuniones a las que asistieron con el objetivo de completar entre la comunidad los mapas que se estaban realizando. Los primeros en hablar eran los hombres, tal y como mandaba la tradición, pero después las mujeres tomaban la palabra, corregían lo que creían que era erróneo y hacían sus aportaciones: aquí cosecho yo, aquí hay hierbas medicinales, aquí encuentro bayas muy sabrosas».

Hoy por hoy Hindou continúa con su iniciativa y con su vida pública. Frente a la UNESCO señaló los problemas migratorios que suponía el cambio climático; ha publicado varios artículos sobre la importancia de reconocer los derechos de los pueblos indígenas a la hora de elaborar la Agenda del Foro Económico Mundial frente al cambio climático; etc.

En 2016, fue elegida para representar a la sociedad indígena en la firma del histórico Acuerdo Climático de París, del 22 de abril. Y en 2019 se convirtió en una de las 17 personas nombradas por Naciones Unidas como Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es presidenta del Foro Internacional de Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático y representa al colectivo en la Convención de Naciones Unidas para la Lucha por la Desertificación y en la Alianza Panafricana por la Justicia Climática. Además, es miembro del Comité Político de Naciones Unidas, de la Asociación de Pueblos Indígenas y del Comité Coordinador de los Pueblos Indígenas de África.

Y sigue con su activismo medioambiental reclamando el derecho legal de los pueblos indígenas a poseer y administrar las tierras habitadas. Según indica, estos derechos legales garantizarán que la comunidad indígena tenga capacidad de desarrollo económico y no se vea afectada por los desplazamientos derivados de la puesta en marcha de proyectos como la extracción de petróleo, minería o centrales hidroeléctricas.

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