- *Por Sapienscuriosa
- Cuando comenzó 2023 el 1 de enero marcó temperaturas superiores a 20º en varios puntos de Europa.
Julio de 2023 ha sido el más caluroso en el mundo desde que se tiene registro, seguido por agosto de 2023.
Cada vez hay más consenso en apuntar al ser humano como responsable de este calentamiento global que pone en peligro el futuro de la humanidad. Y, paradójicamente, esto ocurre cuando la esperanza de vida es la mayor de toda la historia: nunca se ha vivido más años y en mejores condiciones gracias a los desarrollos en medicina y otras ciencias.
Por esta razón, corrientes como la cornucopiana encuentran un hueco importante en el que desarrollarse dentro de nuestra sociedad. Esta escuela de pensamiento sostiene que, ante la crisis climática, la tecnología puede resolver los problemas que se presentan a la humanidad.
Está integrada por tendencias de pensamiento contrarias a T. Malthus y a la Ilustración que afirmaban que el crecimiento incontrolado de la población agotaría los recursos. Su ideólogo principal es el economista Julian Simon y científicos como Fred Singer, en EEUU, o B. Lomborg, en Europa, aportan también sus trabajos al movimiento.
La base de sus teoría es que ahora hay más seres humanos en el planeta que en tiempos de Malthus que consiguen prosperar gracias a los adelantos tecnológicos y científicos que se han ido produciendo.
Para que estos adelantos puedan surgir es necesario, afirman desde dentro, que exista la libre competencia de mercado y, así, florezca la innovación que aportará beneficios para todos y todas. Así, el estado tendría que mantenerse al margen de cualquier regulación de los mercados porque ésta no favorecería el desarrollo científico.
Las voces contrarias, sin embargo, recuerdan que muchos avances técnicos cruciales fueron inventados antes del surgimiento del capitalismo o por gobiernos centralizados y autoritarios como el de la URSS.
Otras líneas de pensamiento ponen la esperanza solo en la ciencia y en sus respuestas y contemplan la geoingeniería como una solución factible. Esta posible salida al problema consiste en trasladar toda la responsabilidad a la comunidad científica para que desarrolle soluciones tecnológicas como influir sobre la captación de las radiaciones solares o intentar secuestrar el CO2 de la atmósfera para modificar los sistemas planetarios a escala global.
Sin embargo, las voces contrarios advierten sobre la necesidad de pensar en las posibles consecuencias a largo plazo que eso podría traer para el planeta y para su equilibrio medioambiental.
El debate está servido. De hecho, este tipo de soluciones tecnológicas casi “mágicas” han sido muy criticadas por E. Morozov en su obra La locura del solucionismo tecnológico.
Lo que está claro es que el cambio climático existe y que notamos sus efectos. Ante este panorama de crisis, se pueden tomar dos posturas para salvar nuestro futuro: la inacción, al pensar que es demasiado tarde para cambiar nada; o intentar que la emergencia climática sea importante para la ciudadanía y así convertirla en importante también para la política, y que desde ella puedan avanzar los cambios, tal y como propugna Emma Harris,. Harris piensa que siempre se puede hacer algo y que nunca es demasiado tarde, aunque no se pueda salvar todo.
¿Quieres saber más sobre el cambio climático? Visita este sitio
*Fuentes
Oreskes, Naomi y Conway, Erik; Mercaderes de la duda. Madrid: Capitán Swing, 2018.
https://www.nationalgeographic.com.es/medio-ambiente/verano-2023-es-mas-caluroso-que-hay-registros-y-agosto-segundo-mes-mas-caluroso_20687#:~:text=Julio%20de%202023%20ha%20sido,2020%20para%20el%20mismo%20per%C3%ADodo.
Deja una respuesta