Jesús Prieto entendió un día que la vida que llevaba en Donostia (Gipuzkoa) no era la que quería, así que, junto a su mujer, buscó otro emplazamiento y cambió la costa por un pequeño pueblo navarro rodeado de monte, Zabal. Allí construyó su propia casa y abrió su negocio de enmarcaciones en la vecina Estella.
Pero en 2008 llegó la crisis y tuvo que cerrar. Afortunadamente, el taller de casa, en el que también desempeñaba su actividad profesional de carpintero en sus ratos libres, puso convertirse en su lugar de trabajo en el que diseñar y confeccionar muebles, utensilios de madera, etc.
Al estar afincado en una tierra de vinos, los toneles siempre formaron parte de sus paisajes habituales. Unos toneles manufacturados con una extraordinaria madera que, a menudo, acababan abandonados, rotos o malutilizados cuando acaban su vida útil. Para un carpintero como él desperdiciar aquella madera de tan alta calidad era algo que requería de una solución urgente.
Esto le sirvió de acicate para experimentar, para diseñar, para pensar qué segunda vida dar a aquella madera, para reutilizar. Y alguien le comentó que se convertiría en un experto en Ecodiseño. “Me di cuenta de que siempre habíamos hecho ecodiseño en esta casa, pero sin saberlo. De repente, nuestra forma de trabajar y de mirar los materiales tenía nombre”.
Su hija Amaia, tan entusiasta de la reutilización como él, decidió encaminar sus pasos al mundo del diseño. “Porque la gente en los pueblos también tenemos gusto y sabemos hacer las cosas. El tema del reciclaje y de la reutilización de materiales no está limitado al mundo hippie. Aquí trabajamos para que los residuos se puedan convertir en un recurso y en una materia prima para elaborar productos útiles, bonitos y glamurosos”.
Durante sus años de formación, muchas fueron las conversaciones que mantuvieron padre e hija sobre el futuro, asentando, sin saberlo, las bases de un nuevo negocio familiar. “Cuando mi padre me hablaba de las duelas de los barriles y de lo que se podría hacer con ellas, yo no lo veía claro. Me parecían unas creaciones demasiado toscas. Pero cuando recibí en Polonia las primeras fotografías de las duelas laminadas supe que ahí estaba el secreto. Que aquello había que explotar”.
Y así lo hicieron. En la actualidad Baku-Barrikupel es una empresa que se dedica a hacer lámparas con duelas laminadas. Pero no unas lámparas cualquiera, sino unas lámparas convertibles, que pueden ser horizontales o verticales, de mesa o de techo, de ambiente o de luz de trabajo, según las necesidades. Unas lámparas manufacturadas con las duelas cedidas de una tonelería de Ollón, “allí las tenían ya sueltas y no sabían qué hacer con ellas y nos las regalaron”, con gomas ya inservibles para la empresa de ascensores que se las proporciona, y con un tubo de iluminación que también es un residuo para los talleres de coches que se los regala. “La idea es aprovecharlo todo y convencer a la gente de que el residuo 0 es posible. Creemos que a la hora de diseñar no debemos pensar en lo que queremos hacer y en los materiales que vamos a utilizar para conseguirlo, sino justo lo contrario. Queremos mirar con qué materiales contamos y en función de eso decidir qué segunda vida queremos darles”.
La madera que sobra tras terminar de fabricar las lámparas se guarda para hacer pequeños souvenirs: abrelatas, llaveros, etc. La antigua mesa de carpintero que Jesús utilizaba en su taller se ha convertido ahora en el soporte de la imagen corporativa de la empresa familiar. Y el packanging también es reutilizable. “No nos gustaba mandar las lámparas envueltas en plástico y aprovechamos una entrevista que nos hicieron en la radio para hacer un llamamiento a las empresas por si hubiera alguna que tuviera una solución acorde a nuestra filosofía de negocio. Al poco nos llamó una empresa que trabajaba con madera y que no sabía qué hacer con algunos recortes. Gustosamente los recogimos e hicimos cajas en las que metemos nuestras lámparas para hacer los envíos. Son unas cajas que después se pueden convertir en otra cosa. De hecho, queremos incluir en nuestra web una sección en la que dar ideas para dar una segunda vida al pacaknging”.
No es el único proyecto de futuro que tienen para la empresa. “Nos encantaría organizar talleres para que quienes vengan puedan hacer sus propias lámparas, así como colocar una wecam para grabar el proceso de elaboración de los pedidos que nos llegan, para que quien compre vea en directo cómo va cogiendo forma lo que después lucirá en su casa. Es una manera de que el comprador o compradora se identifique con el producto”.
Al margen de las lámparas, Baku- Barrikupel colabora con empresas, estudios de arquitectura y diseño, así como con el Gobierno de Navarra. De hecho, con el gobierno foral colabora en el programa “Pueblos llenos de futuro”, que pretende fomentar el emprendimiento en el ámbito rural de Navarra. “En los pueblos de Navarra hay mucho potencial. Algunos son muy pequeños pero las comunicaciones son muy buenas. Nos gustaría que cada vez más gente viniera a los pueblos, porque vivir en ellos no es encerrarte, sino descubrir una nueva forma de vivir”.
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Unas lámparas preciosas y todavía más bonita sabiendo de donde parte. Estos acabados artesanales aportan un estilo rústico perfecto para un exterior de un hogar o interior a la altura. Sin duda, es una lámpara de pie sin igual.