Pero ese compromiso personal con el medio ambiente no puede ni debe ser entendido como una carga. Mal iríamos.

Es imposible situar detrás de cada contenedor a un agente de la autoridad que supervise las acciones de depósito de cada ciudadano, y mucho menos reducir el nivel de impropios revisando lo que va dentro de nuestras bolsas. La recogida selectiva no se puede imponer a golpe de normativa. Porque el acto de reciclar solo será efectivo si parte de un gesto voluntario.

Por eso es tan importante seducir a los ecoescépticos, seguir explicando las ventajas no ya medioambientales sino sociales del reciclaje, para que esa minoría que sigue sin participar entienda que en verdad vale la pena hacerlo. Pero no como un acto de militancia ¿o quizá si? En todo caso sería una militancia a favor del civismo y la convivencia, como lo es detenerse ante un semáforo en rojo, ceder el asiento a las personas que lo necesitan más que nosotros o respetar la cola del pan.

Siempre he mantenido que, a la hora de pedir la participación ciudadana a favor del medio ambiente, el exceso de datos entorpece el conocimiento. Durante demasiados años hemos abusado de las gráficas, las estadísticas, los “informes científicos” y los Power point. Podría añadir aquí infografías demoledoras sobre los millones de toneladas de CO2 que se reducen cada año gracias al reciclaje, los litros de agua, los kilovatios de electricidad, las toneladas de materias primas. Pero el acceso a esos datos está a un clic de su ratón. Yo solo le invito a reciclar porque creo sinceramente que es un acto de responsabilidad ciudadana y de compromiso ambiental con este hermoso Planeta.

*José Luis Gallego, es es naturalista, periodista ambiental y escritor, colaborador habitual en  @blogderesiduos, y en otros medios de  prensa escrita, radio y televisión, siempre en temas de naturaleza y medio ambiente. Ha publicado más de 20 libros con las principales editoriales.