¿Sabías que las maquinillas de afeitar, los productos de higiene bucal y los envases de cosméticos se pueden reciclar para darles una segunda vida? También los botes de cremas solares, los tubos de cremas labiales… Nuestra forma de vida genera residuos que poco tienen que ver con los de antaño y que necesitan una gestión específica. Para su tratamiento nacen empresas especializadas. Sin embargo, no debemos olvidar que el mejor residuo es el que no se genera.

En esta era de la información, la desinformación es una gran enfermedad. En ocasiones es difícil discernir entre lo cierto y lo falso y eso resta tiempo y energía a lo realmente importante que es hacer llegar un mensaje claro y conciso a la ciudadanía. En el caso que nos ocupa lo que se pretende transmitir es que lo que hemos hecho hasta ahora ya no sirve, por lo que debemos cambiar de hábitos y mentalidad. Los residuos no tienen por qué ser un desecho, sino que pueden ser un recurso, pero para que esto sea posible, es imprescindible la colaboración de toda la ciudadanía. Porque hacerlo bien nos une y nos beneficia, del mismo modo que beneficia a un planeta al que seguimos castigando con emisiones evitables.

Clima, energía, biodiversidad, residuos, y en referencia a ellos los plásticos… Estos son los trending topics del medio ambiente actual. Pero la relación entre estos temas no se refleja en ninguna parte. Al menos eso es lo que dice la divulgadora científica Ana Galarraga. En su opinión, a pesar de la cantidad de información que encontramos en los medios habituales, y de la emergencia climática a la que nos enfrentamos, la sensibilización medioambiental no ha aumentado. “La economía y la ecología son lo mismo, y entenderlo nos hace repasar nuestro modo de vida, y eso nos exige esfuerzos”.

Nuestro estilo de vida actual necesita mucha más energía que la que se necesitaba para vivir antes de la Revolución Industrial. Nos movemos mucho más y en distancias más largas. Transportamos más. Producimos más. Y consumimos más, mucho más.
Para todo esto necesitamos energía y para obtenerla utilizamos, sobre todo, combustibles fósiles que provienen de reservas limitadas, cada vez más escasas. Unos combustibles que envenenan el planeta y a sus habitantes, entre quienes se encuentra el ser humano…

Economía circular, reciclaje, reutilización, activismo medioambiental, acción social… Todos ellos son términos que ya existían hace cincuenta años y que con el tiempo han ido cobrando un nuevo significado gracias a entidades cono Traperos de Emaús Navarra.

¿Qué ocurre cuando se le acaba la tinta al boli? Plástico, metal, restos de la propia tinta… ¿Qué clase de residuo son? ¿En qué contenedor debemos depositarlo? ¿Es posible reciclarlo? La empresa TerraCycle puso en marcha hace 10 años un programa por el que ha recogido más de 638.000 Kgs de estos residuos en todo el mundo

26.078 pares de tarjetas entregadas, puesta en marcha de una app para abrir contenedores, 23.805 visitas a domicilios y 2.031 a establecimientos comerciales, información a pie de contenedor, puntos informativos itinerantes, educadores y educadoras desplazándose en bicicleta durante 6 horas diarias, eventos y visitas guiadas, 682 acciones de atención ciudadana y realización de encuestas. La Mancomunidad de la Comarca de Pamplona ha echado el resto para que la puesta en marcha del nuevo sistema de apertura de los contenedores cale en la sociedad.

Una empresa vasca ha conseguido tratar y reciclar las mascarillas sanitarias que se habían convertido en un residuo que iba directo a los vertederos. Ahora se recuperan y se convierten en combustible e hidrógeno.

Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay

Cada día 8 millones de toneladas de desechos acaban en el océano. Se estima que en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos. Ante esto, recibir la noticia de que se va a comercializar una tarjeta bancaria (tradicionalmente muy difíciles de reciclar) producida con residuos marinos es positivo en sí mismo, a la par de alarmante. Porque, por un lado, es esperanzador saber que alguien se dedica a recoger esos residuos y a darles nuevos usos, mientras, por otro, es alarmante comprobar que seguimos asfixiando los mares con nuestros plásticos.

Vik Muniz es un artista que recicla, reutiliza, repiensa y reinterpreta. Toma de referencia obras icónicas que están en el imaginario popular y las rehace con técnicas y materiales muy particulares. Recoge imágenes fácilmente reconocibles y las reinterpreta dándoles un valor que antes no tenían. Y después fotografía esas nuevas obras para destruirlas finalmente y para que se quede la fotografía como único testigo de aquel trabajo. Su obra estará expuesta en el Museo de la Universidad de Navarra hasta el mes de marzo de 2021.