Cerremos por un momento los ojos. Imaginemos una sala oscura en la que las plantas estén conectadas por cables que recorren sus tallos a algo similar a monitores de ritmo cardíaco. Acerquémonos un poco más. Veremos entonces que algunos elementos artificiales están insertados en la base de las estructuras de las plantas que están creciendo junto a las raíces. De hecho, comprobamos que forman parte de ella, que ya no se pueden separar…
Cuando de nuevo abramos los ojos entenderemos que lo que estábamos visualizando era un jardín cyborg. Y no, no es ciencia ficción.
Las islas de calor, lugares donde el calor se acumula y donde se experimentan temperaturas extremas debido a la falta de sombra y vida vegetal, son los enclaves habituales de este tipo de jardines. En ellos los elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos se entremezclan con el objetivo de mejorar las capacidades de la parte orgánica de la planta mediante la tecnología. Sí, como suena.
La conexión al monitor no es gratuita, ya que brinda información sobre las necesidades de las plantas y el entorno que las rodea; una información que puede resultar especialmente importante para la sostenibilidad ambiental, dado que monitorear las condiciones ambientales permite notificar a tiempo real los lugares en los que se están viendo los efectos del cambio climático a un ritmo más rápido.
Y por supuesto, ese conocimiento del medio y el control de la tecnología también puede aportar beneficios económicos. Por ejemplo, se están realizando estudios para detectar las pequeñas señales eléctricas que se reciben dentro de las hojas de una planta y que le hacen responder a la presencia de luz para aumentar su ingesta. Esto mismo se puede aplicar a una nueva tecnología que permita manipular las plantas para amplificar su consumo de sol, y así acrecentar la producción de frutas y verduras en intervalos de tiempo más cortos que los actuales y con menos recursos.
¿Verdad que todo esto parece extraído del guion de una película de ficción? Pues es una nueva realidad que pretende dotar al ser humano de nuevas herramientas para combatir el cambio climático que él mismo está provocando.
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