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La inversión campomagnética de la Tierra contada a través de los anillos de un árbol

Según el estudio realizado de un árbol milenario fosilizado, se cree que hace 42.000 años, el magnetismo de los polos cambió, lo que provocó un deterioro significativo de la capa de ozono. Eso trajo consigo que los niveles de radiación ultravioleta fueran muy altos y la ionización atmosférica considerable.
Imagen de Anja #helpinghands #solidarity#stays healthy en Pixabay

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En un post anterior hablábamos de una carrasca milenaria de Aragón que había sido nombrada Árbol Europeo 2021 (leer aquí)

Ahora, hablaremos de otro árbol milenario, aunque este vivió hace 42.000 años, a finales de la última glaciación, en los humedales de Ngawha en el norte de Nueva Zelanda. Se trata de un kauri fósil, perfectamente conservado, que unos obreros desenterraron cuando preparaban un terreno. Si ya este hecho puede ser singular, aun lo es más si tenemos en cuenta que los anillos de su troco ofrecían el registro de las condiciones ambientales de la Tierra de 1.700 años y que abarca un periodo de inversión campomagnética breve.

Es de sobra conocido que nuestro planeta sufre inversiones campomagnéticas periódicas. Pero hasta ahora no se había entendido qué impacto podrían tener en la vida y/o en el medioambiente.

Ahora, gracias al estudio realizado del árbol milenario fosilizado, se cree que hace 42.000 años, durante el transcurso del llamado Evento Adams (que duró 800 años en los que el magnetismo de los polos cambió para volver luego a estar como antes) la capa de ozono se deterioró significativamente, por lo que los niveles de radiación ultravioleta fueron muy altos y la ionización atmosférica aumentó considerablemente.

Esto pudo traer consigo una serie de condiciones ambientales diferentes a las actuales. Las auroras boreales, por ejemplo, se habrían extendido por todo el planeta, así como aumentado la frecuencia y virulencia de las tormentas eléctricas provocadas por el aire ionizado.

Como consecuencia de ello, aquellos seres humanos primitivos tuvieron que buscar cobijo en cuevas. El temor a los rayos ultravioleta, a los incendios, y a los peligros en general puede que empujara a sus moradores hasta las entrañas de la tierra para buscar la protección del mundo mágico y espiritual. Así se explicaría el crecimiento del arte rupestre. De hecho, se cree que la impresión de las huellas de las manos en ocre rojo podría indicar que se usaba como protector solar, tal y como se usa en la actualidad por parte de algunos grupos indígenas primitivos.

¿Sería posible que ahora ocurriera algo similar?

El campo magnético de la Tierra no es estático. De hecho, se invierte por completo periódicamente en un proceso que dura unos 10.000 años. La última gran inversión geomagnética se produjo hace 780.000 años, pero después ha habido varias transitorias, también llamadas excursiones geomagnéticas. En ellas los polos cambian para volver después al estado anterior.

Las excursiones geomagnéticas duran entre unos cientos y unos miles de años. La más reciente de la que se tiene constancia es la que tuvo lugar, precisamente, hace unos 42.000 años. En aquella ocasión el campo magnético no solo se invirtió, sino que perdió fuerza a lo largo de varios cientos de años. 

En la actualidad se está observando un debilitamiento del campo magnético de la Tierra en alrededor de un 9% en los últimos 170 años que podría indicar una próxima inversión, aunque no se puede pronosticar si sería transitoria o no.

Lo que sí está claro es que sus consecuencias no serían similares a las de hace 42.000 años. La radiación cósmica destruiría nuestras redes de energía eléctrica y los satélites, por lo que nuestra sociedad tecnológica, tal y como la conocemos hoy, desaparecería.

Fuentes:

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/arboles-milenarios-fosilizados-explican-inversion-campo-magnetico-tierra_16424

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