Una sequía de tres años ha hecho que tanto el gobierno keniano, como el Programa Mundial de Alimentos tuvieran que intervenir repartiendo camellos con fines de producción de leche para combatir la desnutrición que estaba soportando la población. Así, el pueblo Samburu ha visto cómo su ganado de vacas ha desaparecido a favor del de camellos, un mamífero especialmente preparado para soportar las condiciones extremas derivadas del cambio climático.

Los nuevos modelos de explotación de la agricultura y la ganadería han provocado que la demanda de agua aumente en un momento en el que las reservas hídricas disminuyen.
Ana Tudela, de Datadistas, advierte que “nos falta agua para beber. Y sin agua, no hay vida”.