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Una solución para el residuo de la lana

Hubo un tiempo en el que la lana se consideraba un “oro blanco”. En la actualidad, supone un problema para los ganaderos y un problema medioambiental si se trata como mero residuo. Borja Fernández-d’Arlas investigador de la Universidad Pública de Navarra, UPNA, trabaja desde principios de 2017 para crear con este residuo y con el de las plumas de pollos, plástico biodegradable.

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Borja Fernández-d’Arlas nos ha recibido en el laboratorio que el Instituto de Investigación en Materiales Avanzados (INAMAT)dispone en el centro Jerónimo de Ayanzde la UPNA donde desde hace casi dos años estudia las posibilidades para convertir la lana en un material del que extraer componentes interesantes para utilidades industriales o incluso de la biomedicina. La lana cuenta entre sus principales compuestos, con la queratina, una proteína con características mecánicas que la pueden hacer muy útil para la fabricación, entre otros productos, de plástico biodegradable.

¿De dónde surge el interés por la valorización de los materiales objeto del proyecto: lana y plumaje de pollos? Dentro de mi área de formación, la química de polímeros, existe un interés en desarrollar nuevos materiales basados en recursos renovables. Es decir, con materiales que no sean de origen fósil y que además sean fácilmente integrables en el medio ambiente. Buscando posibilidades, di con la problemática que existe en la actualidad con la lana. Una compañera de la Universidad del País Vasco, la doctora Cristina Peña, estaba trabajando con lana intentando meterla directamente en plástico, como refuerzo. Con esta referencia se me ocurrió estudiar la forma de conseguir nuevos plásticos, rompiendo la estructura de la lana y extrayendo de forma segura y limpia la queratina.

Se estima que en España cada año 50.000 toneladas de lana y 100.000 toneladas de plumas de pollo de pluma terminan principalmente en los vertederos, a excepción de la que algunas iniciativas hidrolizan y convierten en fertilizante. Apoyándose en una granja del norte de Navarra que le suministra la lana y aplicando una técnica de blanqueo de la lana desarrollada en los años 60 en Terrasa, el doctor Fernández-d’Arlas ha obtenido polímeros con buenas propiedades mecánicas para su uso en substitución de ciertos plásticos. Las mesas de su laboratorio dan buena muestra de pruebas de diferentes películas flexibles en las que está trabajando desde otoño de 2017.

¿Qué aplicaciones se les podría dar a las queratinas obtenidas? Un campo muy interesante serían los plásticos biodegradables para bolsas o envasados de un solo uso. Necesitamos un poco más de investigación pero creemos que estos materiales podrían sustituir a las bolsas degradables que existen en la actualidad y que proceden del almidón. También hay bibliografía que nos da la idea de que se podría utilizar como apósitos para la piel. Es un material compuesto de proteínas que podrían servir como sustitutivo de piel en caso de quemaduras, mientras esta se va regenerando, y evitaría la entrada de patógenos y agentes infecciosos. También hemos visto que es un material que interacciona con metales y que por lo tanto podría aplicarse como filtros, o como agentes floculantes para el tratamiento de aguas residuales.

En estos momentos este investigador sigue trabajando con la confianza de poder aumentar la escala de producción, adecuar las propiedades necesarias para hacer un buen producto final y ver si los plásticos resultantes resisten procesamientos térmicos, que es cómo se producen las bolsas y otros plásticos. De todas ellas, la línea de bioplásticos parece la más factible porque es más fácilmente industrializable frente a las aplicaciones biomédicas o sanitarias que requieren plazos más largos de validación, comprobación y aprobación y sobre todo, la que podría dar más volumen de salida a este tipo de residuo.

¿Qué acogida ha tenido entre la industria este hallazgo? La industria existente tiende poco a invertir en investigación. Hemos hecho contactos pero creemos que las industrias están esperando a resultados más tangibles. Lo único cierto es que en unos años la industria, si quiere sobrevivir, se va a tener que subir al carro de los bioplásticos puesto que Europa va a penalizar el uso de plásticos procedentes del petróleo y/o los que contengan una alta huella de carbono y medioambiental. Para salvar este hándicap, estamos valorando crear nuestra propia empresa para comercializar la queratina que se está extrayendo. Estamos convencidos que alguna de las posibilidades de aplicación que se plantean van a tener éxito.  

Como bien nos recalca este investigador, el éxito del proyecto depende mucho en la actualidad de la intensidad de investigación y para ello se necesitan recursos y personas por eso no duda en agradecer el papel de la Universidad Pública que ha apostado por su trabajo y a Obra Social La Caixa y Fundación Caja Navarra que también la apoyan financiándola.

EL PROBLEMA CON LA LANA Para los ganaderos españoles la lana es cada vez un problema al que deben enfrentarse en sus explotaciones. La competencia de los mercados australiano, neozelandés o chino, que han desarrollado una fuerte industria para mejorar la calidad de la lana o industrializar el proceso hacen que ni por el volumen ni por la calidad, nadie quiera este recurso español. Si antes podían cobrar algo por la misma puesto que había una industria textil o del hogar que la demandaba, en la actualidad tienen que confiar en que los servicios públicos se hagan cargo de ella para trasladarla a plantas de tratamiento. El ámbito textil, excepto algunas explotaciones en Extremadura, no demandan este material y menos, el procedente de razas latxas, muy común en el norte de España, cuya textura es muy gorda y no demasiado agradable en comparación con otras como la merina.

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