• *Imágenes: Archivo de Navarra
• Cuando vengas a Pamplona, nunca preguntes dónde se coge el autobús para ir a casa, porque lo más probable es que los lugareños/as te envíen a la estación de autobuses.

Aquí, al autobús urbano se le llama villavesa. ¿Por qué?

Antes de la llegada de los autobuses a la ciudad, los vecinos y vecinas de Pamplona, al igual que ocurría en otras ciudades, viajaban en carretas tiradas por mulas o en coches arrastrados por caballos.

A finales del XIX, en 1899, estos carruajes fueron sustituidos por coches autónomos a Vapor, capaces de transportar a más gente a la vez, y más rápido.

Los vehículos lucían una chimenea que asomaba por encima del techo y venían equipados con una caldera de carbón que alimentaba el fogonero. Cada 25 kilómetros aproximadamente era necesaria una parada para echar agua.

A pesar de sus ventajas, también presentaban una gran desventaja, y es que se averiaban frecuentemente, por lo que durante un tiempo las diligencias siguieron sobreviviendo, aunque en veinte años ambos sistemas de transporte serían relegados por el motor de gasolina.

En 1920 Pamplona acometió sus obras de expansión y de construcción del Ensanche Nuevo, o del 2º Ensanche. Ese mismo año llegó el teléfono a la ciudad. Los coches que circulaban por la calle aún eran escasos e inventos, como el de la radio, aún tardarían en llegar.

Pamplona se modernizaba y crecía, al igual que el número de habitantes y sus necesidades de movilidad.

En 1927 se creó en Villava la empresa La Villavesa S.A, la primera sociedad destinada al transporte de viajeros interurbano en la Comarca. 

Un año después, la empresa adquiría el primer autobús, en 1930 el segundo y los tres siguientes en 1932. En 1934 ya contaba con una flota de siete vehículos.

La tarifa del viaje era un real, motivo por el que se le empezó a conocer popularmente como el “auto real”.

Los primeros trayectos sólo comunicaban la estación del Norte (la estación de Renfe del barrio de San Jorge) con el centro de Pamplona. pero, después, aquel trayecto se alargó hasta Burlada, Villava y Huarte, tres localidades que en aquel tiempo constituían un importante cinturón industrial.

Después llegó la guerra civil, y con ella todo lo que aparece en los libros de texto, todo lo que no aparece y, además, una gran recesión económica.

A finales de los años 40, sin embargo, se vislumbran síntomas de cierta recuperación industrial y crecimiento demográfico. Esto hizo que el ayuntamiento de la ciudad tuviera que decidir qué clase de transporte quería para sus habitantes.

Las Villavesa seguía funcionando y sus autobuses y trayectos eran muy demandados. Pero cuando el ayuntamiento propuso una concesión por tiempo máximo de 30 años comprendió que necesitaba una mayor musculatura y, por eso, en 1952 constituyó una filial denominada «Autobuses Pamplona S.A» que consiguió la adjudicación del servicio de transporte urbano.

Aquellos autobuses , a los que la ciudadanía seguía llamando «villavesas», a pesar de no pertenecer ya a la empresa del mismo nombre, tuvieron que competir por el espacio con un tráfico de coches privados que crecía y que dificultaba la circulación.

Fueron testigos de cómo la ciudad tuvo que adaptarse e instalar los primeros semáforos (año 1956). También a contar con la plaza del Vínculo como principio y final del recorrido de sus nueve líneas.

Dieciséis años después, sin embargo, Autobuses Pamplona se declaró en quiebra, por lo que los trabajadores crearon una cooperativa a la que llamaron COTUP, Cooperativa de Transporte Urbano de Pamplona, y se hicieron cargo de la empresa.

La COTUP se encargó del transporte urbano, bajo la supervisión del Ayuntamiento de Pamplona, mientras que otra empresa, La Montañesa, se ocupó del transporte interurbano a la Comarca.

Y en junio de 1999, hace ahora 25 años, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona asumió la gestión del servicio de transporte urbano para resolver los problemas de movilidad no solo en la capital, sino entre los 17 municipios de la Comarca de Pamplona.

Eso trajo consigo el aumento de líneas, de flota, de personal…

La Montañesa absorbió entonces a la Cotup. Se creó una única empresa que ganó la licitación del concurso público y prestó servicio de transporte desde 2002 hasta 2009, momento en el que fue absorbida por el grupo público Veolia.

Aquel año el grupo catalán Transports Ciutat Comtal (TCC) se hizo con el servicio del Transporte Urbano Comarcal, cuyo contrato se ha renovado recientemente por concurso público.

Las 7 villavesas de los primeros años se han convertido en 160; las 9 líneas en 24 diurnas y 10 nocturnas; y aquel bonobús de cartulina para diez viajes en distintas tarjetas de transporte, según criterios, que se pueden cargar a través de una aplicación de móvil. Los vehículos ya no arrancan con manivela, sino que en su mayoría son eléctricos. Y en 2023 el Transporte Urbano Comarcal registró 42.594.429 viajes, la mayor cifra de su historia.

La recaudación por tarifas netas (sin IVA), sin embargo, supuso un decremento del -26,25 % respecto al año anterior, situándola a niveles muy parejos a los de hace 25 años. Y es que los 0,36 euros que se estuvieron cobrando en 2023 por el monedero general –la tarifa más habitual del servicio- equivalían al precio que se cobraba por esta tarifa en el año 2000 (61 pesetas).

Tampoco el nombre que ha dado siempre la ciudadanía a los autobuses urbanos ha cambiado. La villavesa forma parte de la identidad de la ciudad, tanto que se ha extendido a varios ámbitos distintos a las conversaciones de calle. Ya no es raro encontrar esta denominación en artículos de prensa, encuentros profesionales o, incluso, en letras de canciones.

https://www.youtube.com/watch?v=zgEvjORpy8I

Si quieres conocer más curiosidades, aquí tienes este video.

Y, si quieres consultar más post sobre la villavesa o el servicio de Transporte Urbano Comarcal de la Comarca de Pamplona puedes clicar sobre estos títulos:

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