Los acuíferos son formaciones geológicas compuestas por una o más capas de roca y arena, capaces de albergar y conservar agua en su interior. Se forman gracias a las aguas pluviales que se filtran en el suelo hasta llegar a estratos impermeables que impiden el paso del agua y provocan que se almacenen en las cavidades subterráneas.
Los ríos, lagos y humedales son manifestaciones superficiales de estas aguas subterráneas, intercambiando el flujo con el depósito de agua subterránea .
Según datos de la ONU, el 97% del agua dulce líquida se encuentra en el interior de esos acuíferos. En las regiones áridas y semiáridas son a menudo la única fuente de agua. 2.500 millones de personas dependen únicamente de sus aguas para satisfacer sus necesidades básicas. El 50% del agua de riego agrícola se bombea a partir de acuíferos. Es una reserva clave durante sequías prolongadas como las del oeste americano, Brasil y Australia.
El agua subterránea da sustento al suministro de agua potable, el saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas. Así, la profundidad de la capa freática es, en parte, responsable de que diferentes especies de plantas ocupen diferentes posiciones a lo largo de las laderas de las colinas a los valles. Y en los entornos desérticos, la descarga de aguas subterráneas forma los oasis.
Pero el uso excesivo y la contaminación por actividades humanas están poniendo en grave peligro la viabilidad de estos acuíferos, lo que conlleva problemas económicos, enfermedades, e incluso conflictos de agua.
El crecimiento de la población es una de las principales amenazas para los acuíferos. Más seres humanos significan más actividades humanas, ya sean domésticas, agrícolas o industriales. Estas actividades están drenando los acuíferos mucho más rápido de lo que los sistemas naturales pueden rellenarlos, lo que provoca el agotamiento de las aguas subterráneas y todo lo que ello supone: la disminución del caudal de los arroyos, la desecación de manantiales o humedales, la pérdida de vegetación, la disminución del nivel del agua de los pozos y el hundimiento de la tierra.
La actividad humana está trayendo también la contaminación de los acuíferos por fertilizantes agrícolas, o por estiércol, lo que supone una amenaza para la salud humana y ecológica.
Y si esto fuera poco, el agotamiento de los acuíferos bajo la ciudad provoca que la tierra que se encuentra justo debajo comience a hundirse.
Se espera que la población de la Tierra, de casi 8.000 millones de habitantes en 2020, alcance los 11.000 millones en 2100. Ante esta realidad, los seres humanos tendrán que aprender a producir suficientes alimentos sin destruir el suelo, el agua y el clima. Esto está considerado uno de los mayores desafíos para la humanidad.
La gestión sostenible de las aguas subterráneas, por lo tanto, es el núcleo de la solución. La gestión adecuada de las aguas subterráneas es esencial, porque pueden aliviar el problema, si buscamos su uso responsable y su reposición.
Por eso, este año el Día Mundial del Agua pondrá el foco en el agua dulce de los acuíferos. Bajo el lema ‘Agua subterránea – Haciendo visible lo invisible’ pretende mostrar las graves consecuencias que podría traer para la población mundial que desapareciera este recurso.
Hace 30 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 22 de marzo de cada año como Día Mundial del Agua. Desde entonces celebramos la efeméride como excusa para recapacitar sobre la importancia de este elemento natural.
Arteta es el acuífero que da de beber a la Comarca de Pamplona (leer aquí). Por eso, y tomando la celebración del Día Mundial del Agua como referencia, hemos preparado una serie de post que quizá te interesen:
Fuentes:
https://www.fluencecorp.com/es/importancia-de-preservar-el-agua-subterranea/
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