Cada mechón de cabello puede soportar hasta 100 gramos de peso. Si tenemos en cuenta que en nuestra cabeza tenemos un promedio de 100.000 a 150.000 mechones deducimos que nuestra cabellera podría soportar el peso equivalente a dos elefantes o, lo que es lo mismo, alrededor de 5.400 kilos peso.
Y es que el cabello tiene una relación resistencia-peso comparable al acero. Además, puede soportar una deformación de hasta el 70% antes de romperse. Además, repele el agua y es biodegradable
Todo esto se lo debe a su composición de fibras proteicas de queratina, similar a la de la lana o la alpaca.
Y a pesar de todo su potencial, 150 millones de kilos de cabello humano acaban en los vertederos de Europa cada año.
La diseñadora neerlandesa Zsofia Kollar siempre le ha fascinado el cabello. Especialista en nuevos materiales, y muy comprometida con el medio ambiente, era muy consciente de que en la actualidad tenemos cinco veces más ropa que la que tenían nuestros abuelos y abuelas y que la industria de la moda es la segunda que más contamina después de la industria petrolera.
Más del 60 por ciento de las fibras textiles son ahora sintéticas y en varios lugares del mundo, las aguas residuales tóxicas de las fábricas textiles se vierten a los ríos.
Por otra parte, el agua gastada en fabricar la cantidad de algodón necesaria para confeccionar una camiseta es equivalente a lo que bebe una persona a lo largo de dos años y medio.
Todo ello empujó a esta diseñadora a investigar en qué sector podría ser utilizado de forma eficiente el cabello humano. Y llegó a la conclusión de que si lo utilizaba como un nuevo material sostenible en la industria textil reduciría la contaminación, el gasto de recursos, y el volumen de residuos.
Así que, convencida, creó la empresa Human Material Loop, con sede en Ámsterdam y con el reto de desarrollar una tecnología que haga posible transformar el cabello humano en un tipo de fibra susceptible de convertirse en material textil con la maquinaria ya existente.
Y lo ha conseguido. Su primer prototipo es un jerséi fabricado 100 % con cabello humano, muy parecido a cualquiera de lana y que comenzará a comercializarse en 2024 a un precio similar a estos.
Además, Kollar sigue trabajando para implementar un servicio de recogida para gestionar los residuos de las peluquerías.
No es la primera vez que se utiliza cabello humano en la producción textil. En la antigua Nubia, ubicada en el río Nilo en Sudán, al sur de la frontera con Egipto, algunos sudarios fueron tejidos con cabello humano. En Mongolia, por otra parte, sus antiguos habitantes vivían tradicionalmente en una Yurta que cubrían con pieles de animales o fieltro de lana o cabello humano, material que actuaba como un fantástico aislante contra las gélidas temperaturas durante el invierno.
Y de manera más reciente, durante la Segunda Guerra Mundial hubo una gran escasez de materias primas en Suecia. La firma Tabergs Yllefabrik resolvió este problema reviviendo una antigua tradición de mezclar lana con cabello humano en la producción de ropa, entre otras cosas. La fábrica de lana se asoció con la Asociación Sueca de Peluqueros para recoger los recortes de pelo del suelo de las peluquerías.
Ahora, todos aquellos conocimientos se recuperan en pos de un reciclaje que convierte residuos en algo nuevo sin tener un impacto negativo en el medio ambiente.
Zsofia Kollar lo tiene claro: “¿Qué le depara el futuro al reciclaje? Dos palabras: cero desperdicio”.
Si quieres conocer otras iniciativas de nuevos materiales en la industria textil, puedes consultar estos post:
Nuevos tejidos para nuevos tiempos
Nuevos materiales para nuevos tiempos
Nuevos materiales para las industrias relojera y joyera
*Fuente
https://humanmaterialloop.com/
https://www.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/cabello-humano-material-textil_20598
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